Bajo el roble de un bosque aborigen, bienvenido el destello del alba, despertando una mente durmiente... el laurel de la aurora dorada.

En el follaje dos codornices, fiel altar de inquietud tan cercana, pensador de un cincel reluciente y ruiseñor de una señal encontrada.

A su diestra juguetean dos tigres, de incesar energía lozana, si a su diestra estos dos no estuviesen, sabe Dios que sería de su aliada.

Por que luz de su alma renueva el tallar de una cruz restaurada ?...“ Porque el Señor de los días felices le da la fuerza de un águila blanca. Esta el sol que ilumina el oriente despertando una clara mañana, el galopar del corcel impaciente y el tintinear de una justa campana.Es la luz que ingresa en el cuerpo, fiel reflejo de su alma templanza, es el flujo del río brillante y en sus aguas su imagen descansa.”