- Mirá que soy muy desordenada para hablar, es que me apasiona contar historias....
- Desordenada!!!!!es poco, cuando agarrás la manija ,quien te para!!!! Sos una maquinita
- Bueno che....si te molesta tanto hablar conmigo...
- No es que me moleste hablar contigo, yo no hablo....escucho...lo tuyo es un “soliloquio” – Marcelo soltó la carcajada
- Puta que sos malo – le dije riendo mientras tarareaba las estrofas de una canción de moda – “malo, malo, malo eres...no se daña a quien se quiere”
- Ves, ni para reír parás de hablar!!!!, jjajajjajja, siempre tenés una historia, un chiste, algo que decir...sos insoportable!!!!!!!!!! Jajajajajaj
- Reconozco que alguito de eso hay....- dije con una mueca picarona – pero si tanto te molesta cuando hablo porque me tirás temas...sabés que con cualquier cosa me engancho y termino yéndome por las ramas...además – el seguía riendo, tomándose la cabeza con las manos y haciendo un sin fin de gestos – bueno córtala, me estás cargando....no jodas – reíamos – rebobino...además, te acordás de aquel médico, aquel que me sacó de aquella depresión fiera...
- El judío?, el que tenía el consultorio en Jonte y Nazca, que después se mudó a Santa Fé y Salguero?.....no,...no me acuerdo.
- Mirá que sos dolobu..
- Era un médico excelente, como no acordarme, si cada vez que iba a ese consultorio, me salían callos en el culo de esperar....mirá que iba gente de todos lados, pero algo que nunca te pregunté vos como lo conociste?
- Ah...caíste solito!!!...estás seguro que querés que te cuente. Después no digas...
- Soy medio masoquista – dijo tapándose un ojo y sin poder contener la risa - pero estoy dispuesto a sufrir la tortura de escucharte...
- Cuando te digo que soy bruja, creeme...
- Hay que miedo!!!!!!!bua, bua,....me atrapó la jabru...
- Soy una bruja buena, mis pócimas son de amor, y además....jajajjajaj
- Dale contame....
- Estaba atravesando un período francamente muy feo, sentía un gran vacío en mi vida y la depresión se iba apoderando de mí, no se si te pasó alguna vez...pero sentí que nada tenía sentido, lo único que hacía era llorar, con y sin motivo.
- No cambiaste mucho, seguís llorona...
- Bueno eso no lo puedo modificar forma parte de mí, el emocionarme con un libro, una película o cuando mi viejita me dice "te quiero" sabés que es media dura para demostrar sus sentimientos y últimamente está hecha un dulce de leche....
Bueno sigo, ahora te voy a dar la razón con eso de que soy charleta – pasé mi mano suavemente por su cara y le alboroté el cabello – una mañana, mañana negra para mí, tenía una angustia incontenible...y cuando estoy así necesito alguien con quien “hablar”, entonces me fui a la placita Williams, sabés cual es?, el triangulito que está frente a la estación de Villa del Parque. Nueve de la mañana, un día soleado de otoño, la plaza estaba poblada de niños jugando cuidados por sus abuelos...me senté en la parecita que bordea a los juegos, con la mente en blanco y la mirada lagrimosa buscando a quien torturar con mi charla, de pronto mis ojos se cruzaron con una dulce mirada llena de bondad que me observaba, se acercó y se sentó a mi lado...
Era una mujer de edad indefinida (50, 60, 70 años) el cabello bien teñido, ropa moderna pero que no desentonaba (apropiada a una Sra. Mayor), delgada, muy fina, elegante pero no concheta, estatura mediana, de pronto me dice
– Podemos conversar?, he notado que estás muy angustiada
Ahí mismo me largué a llorar, justo lo que estoy necesitando – me dije – alguien con quien hablar... Bueno como pude le conté lo que me pasaba, que en realidad ni lo sabía, hablamos de las frustraciones, de la vida...hasta que su nietito que estaba en el tobogán la llamó – abuela cuando nos vamos, tengo hambre – y antes de partir me recomendó a un médico que según sus palabras era un “médico de las cosas de corazón”, -confía en él me dijo, no te vas a arrepentir – me indicó como llegar al consultorio y agregó – armate de paciencia porque va mucha gente.
Decididamente me fui directamente al consultorio, el de Jonte, te acordás?, era un edificio antiguo de dos pisos con una escalera de mármol ancha y semi caracol, no hizo falta tocar timbre la puerta estaba abierta y en la entrada había un grupito considerado de gente, comencé a subir por la escalera que también estaba bastante poblada y llegué al 2º “C” “el consultorio”, la puerta abierta, un recibidor amplio con sillones y sillas todos ocupados y una que otra persona parada, de pronto se dirige hacia mí una mujer delgada, alta, con cara de amargada y me dice
– Usted tiene turno?
– No, no tengo – balbucee
– Es la primera vez que viene?
– Si, es la primera...
– Sígame que le doy un número
La seguí hacia una cocinita que a la vez hacía de oficina, allí sacó un taco con números y me entrega el 23, saca una ficha me pregunta, nombre, edad, dirección....
– Puede ir tranquilamente a su casa, y almorzar....su turno es a la 14:00 horas.- me lo dijo sin mover un solo músculo de su cara. Salí media desconcertada y me fui caminando hasta mi casa mientras que pensaba – ni en pedo vuelvo...
Pero volví alrededor de las 13:00 horas, estaba allí, bañadita, cambiadita, y dispuesta a conocer a ese”mago”, que sacaría mi depresión.
Fue una amansadora porque el Sr. Doctor se tomaba su tiempo con cada paciente cuando llegó mi turno alrededor de las 16:00 horas, la amargada (Nélida se llama) me acompaña al consultorio, golpea la puerta y le dice
- Doctor, aquí está Elvira Castro
- Pase, pase, por acá – decía él que se había levantado a recibirme en la puerta
- Tome asiento, a ver que la trae por acá?
- Mire doctor, realmente no se que hago acá, estoy con mucha angustia y una señora me recomendó.....
- Aja...mmm...angustia y a que se debe?
- No se que me pasa – y me largué a llorar y con la voz entrecortada, respondía a sus preguntas...
De pronto...yo no hablaba...(raro no?), lo escuchaba, hizo una radiografía (metafóricamente hablando) de lo que me pasaba, parecía que estaba leyendo mi pensamiento como en un libro, acertado muy acertado con cada una de sus palabras, nombró una a una mis frustraciones, mis dijo de mis pesares...todo, todo, y confesé ante él cosas que no había dicho a nadie. Estuvimos conversando por tres horas, lloré, lloré mucho y cuando me despidió me dijo – No se si vas a volver, pero si lo hacés vamos a ser grandes amigos. – Te dás cuenta me tuteba...
Salí de allí y al lado había un taller de pintura entré y me anoté en un curso.
Comenzaba a decidir que era lo que quería hacer, quería ser pintora o por lo menos era lo que creía...
- Saúl, el pintor?, pero...ese no tenía el taller en Gaona y Caracas, cerca de mi casa?
- No este era otro taller, otro pintor.... te estoy diciendo que era al lado del consultorio de Oscar, el doc
- Aclarame...con el que tuviste aquella aventura?....el mago que pintó “ese lomazo”..., perdón ese cuadro que tanto me gustó...
- El de la aventura era Saúl, esto fue mucho después, este es Oscar, este es el que me pintó, después fui modelo de este o sea de “Oscar” se llamaba Oscar igual que el médico...capiche...medio enquilombado pero vale...
- Si te entiendo, pero con este también tuviste algo?
- Como se te ocurre, ni ahí...dejá que te cuente como se van entrelazando estos personajes en mi vida y como fueron piezas fundamentales para que se produzca el cambio...el gran cambio...sabés a que me refiero?
- Maso...a tu separación?....
- Lo de la separación fue una consecuencia, es algo que estaba latente, es más no hubo causas.
- Se terminó el amor? O nunca hubo?
- Ni lo uno, ni lo otro. Creo haberme casado enamorada, eran muy joven...es más no tuve oportunidad de comparar, no tuve otros novios ni siquiera amigos.
- Ok, pero sigo sin entender....porque vos le metiste los cuernos a tu marido
- Sos bestia!!!, mirándolo hoy a la distancia pienso que no fue infidelidad, ya algo estaba terminado hubo un crecimiento desparejo, no había motivación, no teníamos las mismas necesidades ni compartíamos los mismos gustos
- Pero...estuviste casada 15 años.
- Y si, pero no fui feliz, además...no se como explicarlo
- Aguantaste...., que sentías cuando te besaba? que pasaba dentro tuyo?, perdoná que te pregunte, pero sabés que me interesa, somos amigos? O no?
- Mirá Marce, no se cuando comenzó esto quizás haya sido el día que nos casamos. Si fueras mujer tal ves entenderías, pero estás del otro bando...
- Che ojito, que el sentimiento no tiene sexo, y si te pregunto es porque creo entender lo que te pasaba....
- Está bien, “los seres humanos”, (impersonal), tendemos idealizar a nuestra pareja, pero con la convivencia nos damos cuenta que el otro ni aproximado lo que esperamos que sea (no en todos los casos)
- Pero uno tiene que amar al otro con sus defectos y virtudes
- Pero si te das cuenta que esa persona no resulta ser lo que vos creías?
- Me cagaste!!!, la cortas y listo.
- No es tan fácil, además llevaba encima una mochila pesada que era todo esa cultura de que la mujer una vez que daba el “si” era para toda la vida.
- Pero vos te separate
- Si y me llevó 15 años decidirme...creo que las cosas suceden cuando uno está preparado para que sucedan, ni antes ni después, en el momento justo.
Oscar (médico): Como bien dijiste es judío, no muy alto, canoso, un poquito de panza, cincuenta y pico de años, ojos celestes no muy grandes pero sumamente expresivos... parecido a Héctor Alterio el actor. Pulcro, cordial, simpático, envolvente....y por sobre todo inteligente, observador....Daba cátedras en la facultad y conferencias, “un tipo brillante”. Separado con dos hijas una de mi edad (26 años) la otra unos años mayor, además estaba la “arpía” (así llamaba cariñosamente a Nélida, su secretaria), jjajajaja. Tenía una gran biblioteca...y gustaba de la música...la pintura...el teatro...daba placer conversar con él
Oscar (pintor) alto, gordo, con barba y cabello muy nevados de canas, ojos celestes saltones, pícaros y curiosos, sesenta años. Vehemente, terco, desordenado, creativo.
Estaba casado con Norma, también pintora egresada de Bellas Artes y el taller apestaba de gatos, pinturas, caballetes...un patio enorme cubierto por una parra...y en el fondo estaba su atelier, chiquito, cálido acogedor, allí se encontraba con la creatividad de sus pinceles.
Al día siguiente de la consulta comenzaban mis clases de pintura, allí conocí a Marta otra “ama de casa” de mi edad con problemas existenciales (a estas alturas creía que la depre era un virus), realmente era una gran mina con la que hicimos pronta amistad y un par de personas que ni recuerdo. A te acordás de Vivi...esa chica la del pequeño retraso...bueno como me seguía a todos lados se anotó también en el taller y solíamos ir caminando juntas. Realmente me sentí muy bien y aprendí rápido, Oscar era un tipo muy bondadoso para enseñar y además te daba la libertad para que vuelques en la pintura todos tu sentir.
Habrían pasado dos meses y entre Oscar médico y Oscar pintor hicieron maravillas con mi persona, a lo del médico iba dos o tres veces por semana y realmente como él lo había pronosticado nos hicimos bastante amigos y con el pintor...bueno esté me propuso ser su modelo, si disponía de tiempo, y acepté gustosa, realmente ahí llegué a admirarlo porque tenerme a mí ”como modelo” no era cosa fácil, bien sabés que tengo hormigas en el culo, y no me quedo quieta ni un minuto, además soy muy gesticulosa y “charlatana”, me costaba horrores mantenerme callada y quieta.
Por momentos cuando veía que el pobre ya estaba emputecido, ahí me quedaba quietecita pensando y me ponía muy triste, entonces el buenaso de Oscar me hacía algún chiste y solía decirme – basta de mirarme con esos ojos de conejo asustado – nos reíamos, nos distendíamos.
Una mañana hacía mucho frío creo que era el mes de Julio, pleno invierno, nos propuso salir a pintar a la calle y como el sol entibiaba dulcemente todos aceptamos de buen grado, allí salió la troup: caballetes en mano, las valijitas conteniendo óleos y buscando algún rincón para pintar dentro del barrio. Recuerdo que enfilé para el pasaje, una callecita angosta muy pintoresca con todas las casitas del mismos estilo, muchos árboles y pocos autos, mis ojos se detuvieron en una casa de mitad de cuadra, las paredes con muros corroídos, verjas verdes, amplias ventanas, un enorme bananero en la puerta, el sol filtraba iluminando a esa casa era un juego de luces y de sombras, me atrapaba...sentía que la casa me llamaba, me invitaba a que la pintara.....
Armé mi caballete y ahí estuve contemplándola, arrancando de ella lo más bello y escuchando mil historias no contadas. Al teminar mi “obra”, Oscar estaba resplandeciente de alegría, se sentía satisfecho y me dijo – estoy orgulloso has captado el espíritu de esta casa, entendiste lo que es pintar con sentimiento.
Oscar (médico) quien me dió alas de libertad para poder expresarme, quien me repetía – cuando me vas a traer tus trabajos, tus pinturas, sabés que me interesa sobremanera ir viendo tus progresos – pero a mí me daba mucha vergüenza el mostrar lo que hacía, pero esa tarde satisfecha de mi obra, decidí llevarla.
- Holitas como estás?, tengo una sorpresa – le dije dándole un besote y escondiendo mi cartón pintado
- Como estás, a ver de que se trata?
- Cerrá los ojos, no hagas trampa....- el me consentía, y cerró sus ojos, acomodé la pintura sobre un estante de la biblioteca y le dije – Parabara pam pam....ahora abrí los ojos. Abrió sus ojos y al mirar la casa, se le llenaron de lágrimas, me abrazó muy fuerte emocionado sin mediar ni una palabra, algo había movilizado su sentir, pero que?
- Tan feo me salió? – dije tratando de cortar con una situación que me ponía algo incómoda.
- Todo lo contrario, como se te ocurrió pintar esa casa?
- Que se yo...no es una gran cosa, pero no es igual a todas, tiene personalidad, tiene vida, hubo conexión....es muy loco lo que te digo?...
- No tiene nada de loco, te cuento que has elegido esa casa y esa fue mi primer casa, allí nacieron mis hijas, por eso mi sorpresa y emoción al ver tu pintura, me trae recuerdos... gratos recuerdos y de tu mano.....
- De verdad me lo decís?, entonces te la regalo.
- Te la compro!!!
- Ni loca te la vendo, te la regalo quiero regalártela...
- No podés desprenderte con tanta facilidad de tus cosas, no lo acepto
- Pero porque?, si esa casa me invitó a que la pintara, es tuya Oscar.
No la aceptó, entonces la hice enmarcar y la guardé.
Los domingos a las seis de la mañana salía con Marta, a pintar, solíamos ir a la Boca, al puerto, un día nos anotamos en un concurso organizado por el Museo Sívori, con tan buena suerte que gané el primer premio “medalla de oro” (que nunca fui a buscar) ahí me dí cuenta que la pintura no era mi vocación, realmente pintaba por placer y como no perseguía destacarme en la pintura dejé de presentarme en concursos.
Decidí regalarle el cuadro a Oscar el día de su cumpleaños doce de agosto, lo envolví para regalo con una hermosa tarjeta y unas palabritas de cariño para que lo aceptase. Lo dejé en custodia de Nélida (la amargada), para que lo entregue, evitando así me sea devuelto.
No le quedó otra que aceptarlo, cosa que me puso muy feliz.
Al poco tiempo Oscar traslada su consultorio a Av. Santa Fé y Salguero, en un pituco edificio alto muy alto de mitad de cuadra. Cada vez eran más, los que asistian a su consultorio. Pero igual seguía con la “amigoterapia”, porque nuestra amistad iba creciendo día a día, realmente ya no éramos médico-paciente sino Amigos con mayúsculas. Le contaba todo, él era el que guardaba celosamente mis secretos, mi confesor, y a la vez estimulaba el desarrollo de mi crecimiento como mujer, educándome, recomendándome libros, películas, haciéndome partícipe de su vida, te das cuenta?, yo que no era nadie tenía a una eminencia como Amigo, me tenía en cuenta, aprendí de su mano a tomar mis propias decisiones y a no titubear, me dio seguridad...sentía hacia él un profundo amor, me enseñó lo que es la libertad y cuando hablé por primera vez de separarme, lo hice con total convicción
- Lo pensaste bien?
- Estoy segura, nunca estuve tan segura, realmente no quiero hacerle daño, esta situación es insostenible.
- No apresures tus decisiones tomate un tiempo
- Ya lo decidí Oscar, no va más!!!
Y decisión tomada...te das cuenta no hubo vuelta atrás....
Mi vida fue tomando un color distinto a partir de haberlo conocido, contaba con él a y a pesar de verlo dos veces por semana no pasaba un solo día sin que le escribiera una cartita (como podrás observar mi comportamiento era de una adolescente, va creo que sigo siendo una adolescente, no voy a madurar nunca) allí le contaba un sueño, una declaración de amor, o palabras sueltas que venían a mi mente, y el muy paciente leía cada una de mis notas, sonreía amablemente y me dejaba “ser”. Me llamaba “mi Julieta” y yo le decía “mi Romeo”, como nos divertíamos, te cuento que una tarde ponete en situación:
Consultorio abarrotado de gente.
Nélida (amragada) al borde de la histeria.
19:00 horas mi turno
Caos total (se sabe cuando entro pero no cuando salgo).
Esa tarde hacía más de hora y media que estábamos charlando, comentábamos una película de Woody Alen “La Rosa Púrpura del Cairo”, la viste?, la protagonista de la historia Cecilia (Mía Farol) se enamora del protagonista de una película y este de ella, le toma la mano y la mete en la pantalla y prosiguen su vida en la película....-otro día te cuento la película – la conversación estaba de lo más animada y loca como soy me subo al sillón de cuero que tenía a un costado y comienzo a recitar la partecita de Julieta (de Shakespeare) en el balcón y el dulce de Oscar que me seguía en mis delirios...se arrodilla ante mí y prosigue con el diálogo de Romeo, en ese preciso Nélida abre la puerta, no te imaginás la cara que puso no sabía donde meterse, yo no bajé del sillón en donde me encontraba parada y el doc. Siguió arrodillado sosteniendo mi mano mientras le decía – como se atreve a interrumpir, no ve que estoy ocupado – salió de la habitación dando un portazo y con el rostro desencajado, (pobre...no la culpo, pensó que habíamos enloquecido) cuando cerró la puerta nos agarró tal ataque de risa, que se nos escapaban las lágrimas
– La entrada de este personaje no figura en el libreto – dice Oscar tratando de recuperar la cordura - que te parece si les digo que estoy descompuesto y cambio los turnos para mañana y te invito a mi bulín quiero que veas algo, te tengo reservada una sorpresa.
- Que está completamente loco Doctor!!!- contesté con mi mejor sonrisa – pero la idea está rebuena...
Pone su dedito en el intercomunicador y le da aviso a Nélida para que despache a sus pacientes, esta accede bufando....esperamos en el consultorio a que todos se retiren y salimos allí hacia el pasillo subimos al ascensor, y marca el piso 18.
- Es en el mismo edificio último piso, allí tengo mi oficina, donde escribo, donde leo, mi reducto.
Llegamos, abrió la puerta, encendió la luz, era un departamento cálido acogedor, pocos muebles, alfombra mullida, un amplio ventanal que daba al contrafrente del edificio, con mucho verde, plantas (vida), por todos lados, la infaltable biblioteca un escritorio generoso un par de cómodos sillones.
- Pasá, sos una de las pocas elegidas con las que comparto este lugar.
- Todo un honor para mí caballero-le dije sonriendo mientras mis ojos recorrian el espacio.
- Como podrás observar es un lugar de trabajo, cuando te dije “bulín” en que pensaste?
- En nada...me sorprendió la expresión pero realmente...solo sentí curiosidad por saber a donde me ibas a llevar, esto es hermoso...se respira paz.
- Vení, vení al balcón – tomó mi mano y allí fuimos el cielo estaba poblado de estrellas, y se veía el horizonte azul profundo iluminado por las luces de la ciudad.
- Ves...cuando comienza el amanecer si no hay niebla podés contemplar el río (de la Plata), y hasta se llega a ver costa Uruguaya.
- Que lugar!!!, esto es un paraíso...realmente...
- Y ahora la sorpresa!!! – me arrastró prácticamente hacia el dormitorio – cerrá los ojos me dijo, y accedí confiada, soltó mi mano y puso las suyas sobre mis ojos – ahora te voy a mostrar algo...Para pa pa pa pam – yo continuaba con los ojos cerrados haciendo caso a su pedido, el retiró sus suaves manos de mis ojos- abrilos – y en la cabecera de la cama estaba el cuadro de su casa, el que yo había pintado.
- Lo colgué en el lugar principal del departamento, es donde pega el primer rayo de sol de la mañana.
- Oscar...que dulce sos, como te quiero – dije mientras lo abrazaba emocionada.
Pasamos así no se cuanto tiempo, abrazados, después el se sentó en un sillón de la sala y yo sobre la alfombra apoye mi cabeza en sus rodillas, leyó un libro (para mí)
mientras me acariciaba el pelo.
Me encontraba en un estado de ensoñación, nunca sentí tanta paz, tanto amor, tanta ternura, y date cuenta lo que te estoy contando digo AMOR y no hubo sexo.
Tal vez esto que te digo no tenga para vos más que el valor de las palabras, pero cuando se sienten emociones tan profundas, cuando existe la conexión entre las almas, es una sensación indescriptible...”cuestión de piel”, dicen algunos, “química hay química”, expresan otros, pero solo el que siente la pureza del amor como obra divina de vaya a saber que misterio humano, solo ese pude entender esto que te estoy contando.
Elvira Castro
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