Había una oruga, le gustaba usar un sombrero de copa y llevaba un bigote, tenia una voz de soprano y era en general bastante educada pero bastante lenta para todo. La cual se había obsesionado con la idea de disfrutar de una cena con algun invitado. Pero nunca funcionaba, pues la oruga aunque se levantara muy temprano y ya de entonces preparara la cena, al salir a invitar a alguien, al regresar a su propia casa tardaba tanto que su invitado había llegado, esperado un tanto, y se habría ido molesta. No había caído en la cuenta de su error aún cuando fue a visitar a cierta ardilla. Que conocía muy bien su situación, la que muy lista le dice que si quiere invitarlo a cenar tendra que invitar a su primo que vivia a medio dia de su casa. Asi la oruga que al llegar a su casa ya era mediodia, ir donde su primo, pasar por su casa nuevamente y llegar finalmente a la suya, por lo menos podría llegar a la hora de la cena aunque sea del día siguiente. Al día siguiente la ardilla fue a la casa de oruga que ya lo esperaba, notó que llevaba un bonito abrigo de piel pero parecía bastante pequeña. "Oruga" le preguntó, "¿porque llevas algo tan pequeño?". "Es una chaqueta que estoy haciendo, llevo solo la mitad, pero la terminare en cuanto acabe la cena." Esperaron un tanto a que el primo llegara, pero como avanzaban las horas decidieron empezar a comer. La cena estaba deliciosa: bellotas, césped del más verde, agua de rocío cuidadosamente recolectada, todo preparado en finos trozos de corteza. Al terminar la ardilla se sentía tan complacida consigo misma por su ingenio que no se dio cuenta que la oruga decía "Bueno ahora terminare mi chaqueta" levantandose de la mesa, y tampoco se dió cuenta que iba hacia a la despensa sacaba algo y volvía rápidamente ,y por supuesto si se dio cuenta que lo arremetía de un buen golpe con un martillo de madera en la sien fue muy tarde. |