Los alumnos de ORT hemos tenido la oportunidad de ser testigos de cientos de situaciones que escapan a nuestra comprensión, tanto dentro como fuera de la propiedad de la escuela. En este documento me voy a referir más particularmente al episodio del cierre definitivo del Quiosco-Panadería conocido como “Dr. T”, para todos aquellos que aún están intrigados sobre como y por qué ocurrió este acontecimiento que repercutió en las vidas de todos nosotros en una forma u otra.

Todo comienza a mediados de 1996. El Dr. Teodoro Polakievich, proctólogo por vocación desde chiquito, disfruta de una tranquila vida trabajando en una oficina secreta de la SIDE en capital. A causa de un importante recorte de presupuesto al que había sido sometida la agencia en aquel momento, se despide a todo el personal de cocina y se crea un calendario por el cual, al menos una vez a la semana, los empleados de diferentes áreas deben hacerse cargo del menú y cocinar para el resto de la oficina.
Un día, apurado por una importante cita con su esposa, que iba a dar a luz a su tercer hijo en cuestión de meses, sale inmediatamente de su oficina luego de revisar a un paciente, prepara la comida con rapidez y sale a encontrarse con su esposa. Aunque aquel día sus superiores disfrutan del mejor guiso de lentejas que han probado en su vida, se sienten asqueados, iracundos y vengativos al encontrar, revisando las filmaciones de seguridad de la cocina, que Polakievich no se había lavado las manos al preparar su almuerzo. Obviamente lo despiden y asesinan a su familia con una bomba en su auto, que debía eliminarlo a él también pero por voluntad divina logra salvarse.
Deprimido, enojado y algo loco por el dolor de su pérdida, el Dr. Polakievich pasa 2 años de exilio en Francia y aprende, de su primo panadero, el fino arte de hacer sanguches de pan flauta. Encuentra en ello un consuelo a su depresión, más su ira y su sed de venganza crecen día a día y, lentamente, comienza a tramar su tremenda venganza.
En mayo de 1998, el Dr “T” Polakievich, pone un pequeño quiosco frente a la escuela técnica ORT Nº2 sobre la calle Montañeses. Comienza vendiendo modestos sanguches de Jamón y Queso con mayonesa y el clásico menú del Pancho y la coca por $2. Tiene éxito y poco a poco reúne fondos para financiar su operación. Instaura luego sus sanguches de milanga completos, sus hamburguesas con queso y sus tostados y, dado que no tiene otra vida fuera de la de atender su quiosco, decide mudar su casa y su laboratorio secreto y perverso a la parte de atrás de su quiosco, al que decide bautizar “Dr. T”. Esto recorta sus gastos enormemente y en poco tiempo amasa una pequeña fortuna.
A esta altura, sus sanguches alcanzan precios perversamente baratos. La gente, contenta de tener comida rica y barata no hace preguntas y todo funciona perfecto. Aquí se evidencia su plan, al fundirse los demás comercios y puestos de comida de la zona. Al comprobar que su plan funciona, el Dr decide extenderlo a la economía nacional y desbalancear la moneda argentina con sus sanguches escandalosamente baratos.
Dos años mas tarde ocurre la devaluación, el corralito y la tomada de flete de De la Rua en helicóptero. La SIDE logra unir los hechos con el regreso del Dr. T y decide investigar enviando a su mejor agente: Pepe Zapato, quien, disfrazado de viejo borracho que anda en bici y acosa a los alumnos de ORT, comienza a reunir información.
Al descubrir la verdad, acepta un soborno del Dr. T, quien posee una incalculable fortuna, y se divulga el rumor de que el dinero proviene de haber ganado la lotería. Aunque finge seguir investigando para mantener tranquilos a sus superiores, estos se cansan y envían a un segundo agente, Ariel, a quién infiltran a trabajar en Carminati.
Para hacerlo, forman un acuerdo con ORT, en el cual la SIDE acordaría darle dinero a ORT para comprar el gimnasio “Carminati” a cambio de que la escuela les dejara infiltrar a su agente Ariel y construir un centro de coordinación táctico en la planta baja de montañeses al que llamarían con el nombre código de “Laboratorio de Idiomas”. Aunque inútil en apariencia, es una gran base estratégica de inteligencia y planeación con alcance de 3km a la redonda y logran mantenerlo operado por alumnos quienes deben concurrir 3 veces al año para, sin saberlo, descifrar mensajes codificados en inglés, bajo la apariencia de ejercicios de gramática.
Ariel, bajito y con barba frondosa, se mezcla perfectamente en el ambiente del gimnasio bajo la pantalla de encargado de mantenimiento en la pileta.
Al poco tiempo logra descubrir a dos secuaces del Dr. T dentro de la escuela: Pato Blazquez y Sergio Pascual, quienes son desaparecidos inmediatamente. No logra, sin embargo, encontrar la base del Dr. T ya que, al igual que en “La carta Robada” de Edgar Allan Poe, lo esencial escapa a la vista y el único lugar dónde no investiga el agente es en el enorme quiosco bajo el toldo con la consigna “Dr. T – Kiosco”.
Eventualmente lo descubren y junto con ORT, la SIDE idea un genial plan: Llaman al inspector de salubridad.
En una visita que dura menos de 5 minutos, el inspector decide cerrar el lugar por las claras violaciones que el mismo presenta.
Aparentemente la cantidad de emisiones de monóxido de carbono que emiten los cigarrillos de los alumnos que se juntan a fumar ahí son causantes de una enorme nube de lluvia ácida que es motivo de queja del colegio Oxford quienes cuentan que la lluvia había deshecho la ropa de sus alumnas, dejándolas completamente desnudas en medio de Montañeses en más de una ocasión*1. El resto es historia, que ya todos conocemos.
Estos son los hechos, tal cual ocurrieron. Espero que al menos una de sus dudas haya sido aclarada. Quizás más adelante tengan la oportunidad de aclarar algunos otros misterios, como:

 ¿Qué pasó con Ana, la señora del Kiosco?
 ¿Cuál es el tormentoso pasado de Norby?
 ¿Por qué en gestión usan todos las mismas zapatillas?
 ¿Por qué no nos dejan salir del aula cuando vienen los supuestos “Inspectores”?



1 – Los hechos aquí descritos fueron extraídos de un oscuro rincón en mi mente donde la realidad y la imaginación se funden con el deseo. Los mismos pueden no ser del todo exactos con respecto a los hechos históricos, aunque expresan un consenso general que, como yo y otros colegas argumentamos con anterioridad: “Faaaa, loco ¡Estaría re groso que pasara!”