El espejismo de tu compañía me asalta en los momentos más dispares. La lectura, que se suponía íntima, reacciona catalizada por tu imagen y traiciona sus cualidades de noche queda.

Ametrallo la obscuridad parcial de mi desahucio, subconsciente a la realidad del momento, con palabras ya condenadas al vacío, a que los ecos de sus letras consagradas se batan en lo más alto de mi voz contra las paredes de este recinto solitario que me contiene en su reverberación; poderosas de inútil evocación, fracasan en salvar una distancia tan violenta como la que nos separa.

Ni Lorca me dice demasiado si no es por tu medio, fui incapaz de retenerte en cuerpo y lo soy ahora de despedirte en alma.