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Toqué la puerta de la casa de dios varias veces pero nadie respondía, parecía que no había nadie en la casa. Miré por los alrededores y vi a un grupo de niños corriendo por todos lados del inmenso parque que rodeaba la casa de dios. Me acerqué a uno ellos y le pregunté por dios. Creo que ha salido, respondió. ¿Cuándo regresará?, pregunté. Pero éste alzó los hombros como diciéndome que no lo sabía. Gracias, le dije y volví a tocar la puerta de la casa de dios. Fue inútil, y decidí regresar a mi casa... Y cuando estaba alejándome, le vi que se cruzaba en mi camino. Le reconocí porque tenía la cara de buena persona y el cuerpo fuerte, grande pero parecía estar muy agotado. Para cerciorarme le hice una pregunta: ¿Eres dios?. Asintió. Le pedí si podía acompañarle hasta su casa y si fuera posible, conversar un momento con él acerca de cosa personales, me dijo que si, que bueno, advirtiéndome que no demorase mucho porque tenía cosas que hacer. Por supuesto, le dije, y luego, caminamos juntos hacia su casa, rodeados de niños que jugaban por todos lados del inmenso bosque. Apenas llegamos a la casa, la puerta se abrió, y entramos. Vi a una señora de cabellos blancos, vestida de negro que lo estaba esperando sentada en una mecedora, tejiendo una chompa, seguramente para dios. Buenas tardes, le dije a la señora, pero ésta pareció no advertirme. Tan solo tenía ojos para dios. Se levantó de la silla, dejó los palitos de tejer y fue hacia dios. Le hizo una reverencia, le besó las manso y le dijo si deseaba tomar una tasa de té. Dios asintió, y ella puso una tasa de té sobre una mesa de madera que estaba al otro lado del cuarto de entrada. Había una fogata en un rincón de la casa, cuatro sillas bordeando la mesa y algunos cuadros que parecían ser sus familiares. Ya nos íbamos a sentar cuando dios le pidió a la señora que pusiera una tacita mas de té. La señora la puso, y luego volvió a su mecedora para continuar tejiendo algo así como una chompa. Toma asiento, me dijo dios y me senté frente a mi té. ¿Qué es lo que deseas de mí, hijo mío? Le dije lo que tenía que decirle, y me escuchó con mucha atención mientras tomaba su tasita de té, y cuando terminé de decirle lo que tenía que decir, me dijo que no me preocupara por nada, que todo se solucionaría antes de lo que yo imaginaba, que todo estaba bien, y que volviera a mi casa en paz y tranquilo. Gracias, le dije, muchas gracias... Me paré y salí de la casa de dios, y mientras me alejaba vi que muchos niños se acercaban, pidiéndome que jugara un rato con ellos en el inmenso bosque. Les dije que no podía, que había hablado con dios y ahora tenía que volver a mi casa, tenía que hablar con toda la gente que amaba...

Ya en mi casa, llamé a toda mi gente y les expliqué lo que hube hablado con dios, pero nadie creyó lo que dije y continuaron su estilos normales de vida. Por mas que les advertí de lo importante del consejo de dios, no hicieron caso. Fue penoso verlos así, sobreviviendo, gastando su tiempo en cosas que no tenían nada que ver con la simpleza, con la paz, sino al revés, todo era al revés. Ante esto, tuve que tomar una decisión y la tomé. Cogí las pocas cosas que tenía y fui nuevamente a la casa de dios. Pero, cuando llegué al mismo lugar, no había ni una sola casa, todo estaba desolado. No había niños ni árboles, ni bosques ni nada... Entristecido, bajé la cabeza y supe que estaba muy solo... De pronto, sentí los pasos de alguien, acercándose hacia mí. Pensé que era dios, pero no, no era él, era un hombre con el rostro gacho, lleno de angustias y preguntas. Cuando estuvo cerca de mí, le miré fijamente y vi que tenía el mismo rostro que yo. Me hizo la misma pregunta y cuando le iba a responder me salió la voz de un niño. Me miré las manos, el cuerpo y era el cuerpo de un niño. Alcé los hombros y le dije al hombre que no sabía en dónde estaba dios, y, que si lo deseaba, podía jugar conmigo un rato. El hombre me miró asustado y me dijo que tenía otras cosas que hacer. Se volteó y caminó hacia una roca, se paró ante él y la golpeó varias veces... mientras yo continuaba jugando en un lugar lleno de niños y árboles y un anciano que nos miraba desde lo alto de aquella montaña...


San isidro, julio de 2006

Texto agregado el 08-07-2006, y leído por 169 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
09-07-2006 ojojojojojojojojo Athelstane
08-07-2006 muy bueno, te felicito, esta mejor que el anterior. inakix
 
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