Sin alma.
Porque te siguió... el día que partiste.
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Hoy podría caminar todos los diagonales
aspirando-te...
Cuándo volvíamos de la casa de la abuela me jugabas carreras y claro!, yo era tan chiquita... Eras justo.
Las risas eran tan fuertes que me parecía volar y allí era cuando me convertías en la campeona de la larga travesía. Jamas sentí soledad. Las ollas, las tapas, sartenes todo formaba la tan espectacular batería de los Beatles y las tardes brotaban de música las primaveras.
Un aliado añoso, el níspero, tan generoso había puesto el cuerpo, para enganchar la hamaca y leer toda la siesta ese libro que me prestaste a escondidas de mamá, ella no me dejaba leer a Poe, pero el terror era para la noche. Recopilaba para asustarte! Y tus pesadillas cargadas de terroríficos gritos, me despertaban.
Me desvelaba, encendía la radio y la fiesta de almohadonasos, rito repetido, hasta que volaba lana o eran copos de nieve.
Las risas, la alegría era eterna?.
La música, el tocadiscos y las tapas psicodélicas, esas que dibujábamos en las tardes de lluvia, con las minas tan soberbias que me dejaban bizca, mientras la gilette las paría. Lápices de colores y hojas en la mesa del comedor daban su mejor exposición, si... también Bellas Artes, pero con vos la inspiración pedía permiso.
Sonaba Pink Floyd en estéreo! Y el cielo entraba a despedirse por la ventana, le daba paso a las estrellas. El piso de madera con la cera mezclada, la alfombra mágica. El trofeo fue la astilla en mi dedo gordo derecho del pie, lagrimas y mimos mientras la sacabas. Desobediente y siempre descalza.
Tus cofres tenían llave y cuatro patas, estoy mirando al más grande, tenía todos tus poemas y cartas de amor. Las que podía leer si ayudaba a mama a lavar los platos. Jamas secretos, eran nuestros! Y el más chiquito me lo regalaste para mis once, ya tenia mucho para guardar y leer juntos, mas secretos.
El verano, el club, donde puso la llave del auto papá, yo sé... debajo de su almohada. Toma, vamos y antes que despierte la regresamos. Nunca se enteraron. Otras veces el río, la colchoneta de barco, sin horizonte navegamos.
Donde estas. Daniel esta cumpliendo con el país, aeronáutica, 27 meses, perdida en la nada. Ibas, venias pero no te quedabas, que grande era la casa. Papá... tampoco estabas. Se fueron todos? Tus discos me abrazaban, tu libro me contaba Crónicas Marcianas, bajo Las doradas manzanas del sol.
Continuará.
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