Te conocí,
Te ví,
Te hablé,
Te encontré,
pero jamás te miré.
Fuiste algo inexplicable,
fuiste una luz, una solución,
fuiste mi consolador de lágrimas,
fuiste mi almohada de sueños,
te llegué a estimar tanto, tanto,
te llegué a amar, nunca de "esa manera",
pero si, te llegue a amar,
como algo inexplicable, como algo...
Te convertiste en una necesidad, en mi necesidad,
en una desesperación, en mi desesperación.
Recíprocramente nos hicimos indispensables,
nos hicimos interesantes,
nos hicimos uno.
Te necesité, me necesitabas;
Te estimé, me estimabas;
Te recordé, me recordabas;
te amé, me amabas.
Me diste aquello que él dejo de darme inexplicablemente,
Te dí aquello que ella dejo de darte inexplicablemente.
Nos hicimos tanto bien, tanto.
Una burbuja de sueños erróneos nos envolvía plácidamente, nos hacía creer que la conexión era infinita, que los ceros, y los unos no acabarían. Jamás...
Llegó, por fin nuestro miedo, la pesadilla,
él, aquél, me hizp perderte.
Ella, aquella, nunca supo de mí.
Él, aquél, si supo de tí.
Ella, aquella, no sufrirá jamás.
Él, aquél, tampoco lo hará.
Porque él, aquél, y ella, aquella,
tienen en sus manos lo que nosotros gozamos por el lapso más rico que jamás hayamos probado: Nosotros, nuestros cuerpos, almas y corazones, nuestros deseos, nuestro amor... |