(A Mónica, despues de leer Sexo solo por placer)

Durante siglos la mujer no fue más
que el receptáculo donde engendrar
un nuevo ser para la humanidad.

El hombre se sintió soberano
de la tierra en donde moraba
y tomó a la mujer como esclava
para mantener la especie humana
con el semen que en su vagina dejaba.

Al nacer el nuevo ser, fruto de esa unión,
surgió de inmediato el núcleo familiar,
que fue la férula consustancial
a lo que se denominó como sistema social.

A tal punto la mujer al hombre
se hallaba totalmente supeditada,
que caso de que el hombre la matara
quedaba de toda culpa exonerado
si justificaba vengar su honor mancillado.

Al fin llegó la emancipación para la mujer,
aunque con muchas trabas y distingos,
entre ellas, y principal, la cuestión sexual,
ya que el yacer con más de un hombre
enseguida era por la sociedad tildada
de ramera, puta, concubina o meretriz,
con el repudio general que ello comportaba.

La píldora fue para la mujer la libertad,
ya que se vio dispensada de embarazo,
y rompió las barreras que la constreñían
dejando suelta su natural sexualidad.

Pero en cuanto ella se mostró activa
el hombre se sintió cohibido y defraudado
por perder el rol de que siempre alardeó,
que no era otro, que el de conquistador.