Voy caminando bajo la lluvia, pero a mi ropa no le cabe una gota más de agua. Siempre supe que había nacido para sufrir.
No quiero parecer una victima, aun cuando en ocasiones me gusto serlo, porque a veces de las victimas se hacen los héroes, nada mas lejano a mi. Estoy en trance, todos mis pensamientos se han volcado sobre mi mismo, aislándome del exterior, ni siquiera el viento helado que se estrella en mi rostro puede hacerme reaccionar, a penas hace algunos momentos críame el hombre mas feliz del mundo, y todo por ella, que llenaba de amor mi ser, que iluso: solo fingía, me hubiera cambiado por el primero que se le presentara enfrente y le hiciera una proposición. Y así lo hizo, así me lo dijo, al tiempo que un cielo plomizo se cernía sobre nosotros.
Ni hablar, otra que me destroza el corazón, no quiero acordarme de cuantas lo han hecho, pero siempre es igual, esta ultima ha sido la peor. Es acaso que ninguna quiso aceptar todo el amor que era capaz de dar, ninguna quiso ver que me daba a ella sin reservas, que siempre procuraba su bien antes que el mió, en vano eso y mas, así es la vida, es lo único que atino a decir.
Un rayo de luz atraviesa las nubes iluminando un poco mi camino, el sufrimiento empieza a disminuir: me estoy haciendo a la idea de que no nací para el amor. La tregua fue momentánea, de nuevo a comenzado a llover, pero ahora soy incapaz de sentirla porque desde hace un momento mi sangre forma un charco a mi alrededor.
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