Llevaba varios días caminando en aquel desierto blanco, el cansancio era agotador, me detuve y caí de rodillas, apenas pude poner mis manos para no azotar completamente, como poder olvidar esos ojos verdes, ese cabello amarillo que quisiste cubrir, esa figura que de solo verla deleita, grite tu nombre como un grito de guerra al cielo, ¡mujer! y el silencio me respondió, recordé lo que tan sabiamente me dijiste, —esto nunca va a ser— tan sabiamente dijiste y hoy tan tristemente tengo conciencia que solo me queda resignarme a tu sabiduría, no se si olvidarte por lastimarme o si seguir esperando; me pregunto que pasara ahora, a donde quiera que vea no hay nada, el desierto es tan grande y blanco, por mas que mire al firmamento no encuentro fin, solo blancura, no distingo donde se une el cielo y la tierra, no encuentro sol ni luna, no se si es de día; ahora ni si quiera se si deba pararme y proseguir con mi camino, alzo mis manos a la altura del pecho y las veo blancas por el tiempo que las recargue en el suelo después de nombrarte y me parece que se vuelven una con la tierra, estoy cerrando los ojos, estas ultimas iras me terminaron de desarmar, estoy empezando a desear tener alas para poder volar y llegar mas lejos a donde quiera que pueda ir, tener alas como las que vi en ti, alas altas y grandes, llenas de plumas blancas de gran tamaño y finura; con mis manos en la misma posición imagino que acaricio tu cintura, cierro los puños y recuerdo tus ojos verdes, venenos que me infectaron y me hicieron delirar por un ángel que nunca se fijo en mi hasta el momento en que te hable, aun recuerdo, ahí afuera del salón, te pregunte lo mas estupido que te pude preguntar, te pregunte por tu pareja, desde ahí se cimentó mi destino, nunca vi las señales o simplemente las ignore, solo espero que al despertar de este sueño en el cual obviamente estarás tu, pueda levantarme y encontrarme donde te comente lo que sentía por ti, pero dudo mucho que cambiara en algo mi decisión aun sabiendo lo que hoy se, mi ropa negra por tradición esta contrariándose debido a esta arena blanca, esta arena que es tan parecida a tu piel, maldita sea la hora que me regalaron sentimientos, malditas cadenas que no me permiten volar alto y lejos de aquí, si tan solo tu nombre me pudieras compartir me harías tan feliz. |