Odio el tener que escribirte para descansar de ti.
Repudio el hecho de mis lágrimas fluyendo por tu constante presencia, ese nudo en la garganta queriendo contenerte…sin lograrlo.
Que triste mi condena de mil años dedicados a sufrirte, oh! Misericordioso bálsamo en las tribulaciones.
Me arrepiento del día en que necesité tu presencia y clamé ignorante tu nombre; gloriosa pena es mi hoy recompensa.
Sabes? Me dueles. Me atormentas. Me confundes. Me enfureces y me pierdes.
Acongojas mi alma y ahogas mi alegría en la abundancia de tu ser.
Eres tan invisible en el día cuando me rodea el mundo; pero en la noche te haces presente, puntual y sin falta.
Ni todo mi dolor satisface tu avaricia…eres increíble!. Mi alegría te carcome y mi desdicha te alimenta.
Irónico no? Que todos te buscamos en un punto de la vida, y es tan paradójico a la vez! Porque cuando al fin te encontramos, es cuando justamente ya no hacías falta.
Soberbia pretensión la mía, al despertar cada día teniendo la certeza que te fuiste.
Es duro aceptar que eres parte insoluble del binomio perfecto de la existencia.
Me es tan difícil respirar profundo y contener el llanto mientras medito en tu presencia.
No te quiero Soledad. Compréndelo……..lárgate.
Texto agregado el 06-01-2004, y leído por 232
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