Una luz y una sombra, un retal de algo que fue, un baúl escondido dentro de cada persona con los recuerdos de un ayer que ya no existe, así era yo aquellos días, una luz y una sombra.
Caminaba pausadamente, siempre poniendo un pie delante del otro, los huesos se me marcaban como si se me fueran a salir y por eso siempre llevaba ropas anchas, no recordaba cuanto tiempo llevaba sin comer, no podía trabajar ya que levantarme de la cama me suponía tal esfuerzo que ya no podía hacer mas durante el día que intentar pasear, lentamente, siempre recto.
No sé que me pasó, yo era un tipo alegre, pero una mañana todo cambio, simplemente algo cambio en mi interior y mi luz se hizo menos luminosa mientras que mi sombra se hizo más tenebrosa y eso me entristeció tanto que dejé todo lo que en aquellos momentos alegraba mi vida.
Me abandoné a mí mismo y con ello a todos los que me querían o simplemente me conocían, no tarde mucho tiempo en pasar desapercibido, ya nadie me saludaba, ni me llamaba por mi nombre.
¿Cómo me llamaba?, ¿Quién era yo?. Dentro de mi tenia todas las respuestas, pero no tenia suficientes fuerzas para abrir el baúl de mi memoria y contestarlas, para qué, para entristecerme mas, para darme cuenta de lo que había perdido.
Solamente necesitaba seguir con mis pasos pausados y no perder el equilibrio, ya que caerme haría que mi fin llegara mucho antes de lo que yo esperaba, así que mi única ambición era seguir caminando hasta que finalmente cayera por mi propia derrota en vida, sin hacer más ruido que una hoja al caer al suelo en otoño y así conmigo desaparecerian todos mis recuerdos.