Debí recorrerte de norte a sur
y de este a oeste mil veces
antes que te fueras
por si acaso y por orgullo
no quisieras luego regresar.

Debí desnudarte y vestirte de besos y caricias
tantas veces como mi deseo así me lo pidiera
y no tener ahora que renegar
de esa pereza de amarte
que a veces me vencía.

Debí decirte todas las palabras de amor juntas
así / al pronunciarlas
te hubiera atropellado
y quedaras mal herida por su impacto.

Debí amarte con locura / sin respiro
hasta morir de amor / amándote
a no tener que llorar / rogándote
que vuelvas junto a mí
para intentarlo todo / todo
desde el comienzo
cuando al verte aquella mañana de Junio
supe que serías mía para siempre...


Bogotá, Enero 3 de 2004 / 2:36 p.m