Guisando la labia,
prioridad infundada,
deseos de las moscas,
cada cual comiendo su baba.
En aquella sombra deshuesada,
la loca puntuación me inhibe,
razgando la pústula podrida,
soltando todas mi amarras.
En algun tiempo conosido,
yo he sido un pacato,
tú mi acompañante ciego,
él, el limpiador de las gradas.
Es cierto que las moscas no son amigas amargas,
y no reniego de las cavidades nasales peludas,
sólo es que no respiro,
de las aguas mas puras.
Mañana serás mi aliento,
maraña impune de lamentos,
mañana no tendre aliento,
para gritar con sangre en la garganta.
Mis ojos no me muestran lo que veo,
el aire no transmite los sonidos,
quizás la negación es parte de la verdad,
y la verdad ciertamente no existe.
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