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¡Qué calor hace en Santiago! El reloj marca las 15:23 y la temperatura 32ªc. Asorochada busco hielo en el freezer, sacó un puñado y lo pongo en una vasija. Estoy sola, mis padres siguen en Algarrobo y tienen para una semana más.
Uh…me siento.. no lo sé.., tibia, húmeda, acalorada o más que eso.. quizá excitada. Una cosquillita en mi guatita sube hasta mis pezones, luego toma mis labios humedecidos con mi lengua atolondrada. Corro de prisa por las escaleras hacia mi dormitorio, el que alberga todos mis secretos, mi confidente, mi amigo, mi libertario, enciendo el ventilador, que está viejo y desgastado de tanto arrojar frescura.
Me pongo de pie frente al antiguo espejo que habita el rincón de mi pieza, veo mi pelo revuelto por el viento artificial, y me observo de pies a cabeza lentamente. Al recorrerme me doy cuenta que el vestido se me trasluce, es rosado corto y con pabilos, su tela muy delgada, no podría ser de otra manera con estas temperaturas….Veo entre la viscosa dos puntiagudos botones mamarios, y eso me agrada mucho, luego observo como mis pantaletas de encaje blancas se marcan al rozar la tela; de pronto uno de los tirantes cae y veo mi hombro perfecto y desnudo y lo amo, al igual que mis ojos oscuros que brillan más que nunca sobre mis mejillas sonrojadas y mi boca.....mi boca deseosa de ser tocada por otra boca.., tirito de deseos …mis rodillas tiemblan y mis pies desnudos buscan sentir aquella contracción de dedos que sólo puede provocar el placer máximo.
Respiro profundo, no pienso en nada, no quiero acordarme de ti, prefiero reencontrarme conmigo, enamorarme otra vez de mí, pensar que puedo ser mujer sin ti, ser capaz de satisfacerme a mi misma. Salgan de mi mente abrazos fuertes, varoniles y apretados, huyan besos apasionados, húmedos y eternos, olor a varón déjenme en paz. Recuerdos de quien me dio placer y luego me desechó.
Pongo en el suelo un par de cojines de satín, me arrodillo y recuerdo los hielos. Los traigo a mi escenario y ya están casi derretidos, sigo viéndome al espejo y comienzo mi performance.
Con la mano izquierda acaricio mi pelo, pero en forma casi brusca, mientras con la derecha aprieto mis rodillas y luego mis muslos, tomó el hielo más grande y lo succionó lentamente, las gotas de agua caen por mi mentón y mi cuello y se van a sendos pechos. Siento el agua en ellos y me produce más ardor, inconscientemente mi cuerpo entero se contracciona y de nuevo esos recuerdos excitantes vienen a mí.
Yo encima de ti moviéndome con desdén, tú ardes tanto como yo por eso no puedes evitar envestirme al mismo tiempo tus manos en mi trasero apretándolo con fuerza de hombre, tus ojos fijos en mis senos, tú boca diciéndome palabras de amor y deseo, “eres mía, eres mía, ya te tengo. ¿Eres mía? Sí, sí mi amor”….Y me escucho repitiendo la conversación, ahora sólo un monólogo de mujer demente, y me odio por ello, me odio por desearte tanto; y sin embargo mi cuerpo no entiende y sigue exigiéndome atención.
Hay una posita de hielos en la vasija, algunos aún navegan, bebo de ahí un poco y vuelve a caer el agua, mis pechos están totalmente mojados y marcados en mi ropaje, en tanto mi entrepierna sudorosa estila mi calzón, el que arranco de una vez. Me humedezco los dedos en mi boca y me toco suavemente el fruto más exquisito de mi anatomía; aquel que fue creado sólo para dar placer y bien que hace su trabajo. Sigo poco a poco frotándolo y acerco una de mis duras y voluptuosas mamas a mis labios y chupo, lamo mi propio pezón, mientras contemplo mi reflejo de auto-satisfacción. Más, quiero más, y de nuevo tú, esta vez montándome, abro las piernas hasta más no poder, grito de placer y un poco de dolor por la contorsión, luego me tomas una pierna y la pones sobre tu hombro sin parar el movimiento; me dices que soy deliciosa que te gusto demasiado, y subes la otra también, me acomodas a tu antojo y te muevo los labios, rogándote por un beso. Tú abres la tuya dejando caer un hilo de tu bendita saliva, y yo la recojo, como un mendigo al pan, y me siento más excitada que nunca.
Vuelvo a la realidad, a mi soledad y a mi espejo, aunque sigo ardiendo a tal punto, que ya no me importa odiarte, ya no siento rencor, quiero volver a tenerte. Sí amor, te deseo, te quiero de vuelta, te tendré de nuevo, te imagino ahora mismo detrás de mi, haciéndomelo como un perro a su perra, casi te palpo, te siento.. sí, sí, oh..sí ..Tomó lo que queda de agua helada y casi nada de hielo y me lo arrojo encima de la cara y el pecho…y ya no puedo más de placer….ahora, ahora, lo tengo..ya….Sí, ¡qué placer! Mi útero se hincha, mis pies se doblan hacia atrás, mi voz proclama un gran Uhhh………todo acabo….Ahora puedo volver a odiarte.
Suena el teléfono, es mi madre:”Hola hijita, cómo está”, bien mamá. ¿Hace mucho calor? Me pregunta con inocencia. Sí mamá ¡Qué calor hace en Santiago!

Texto agregado el 06-07-2006, y leído por 137 visitantes. (1 voto)


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