Esperanza

Estaba nervioso, indeciso. Se armó de valor y tomando las últimas monedas que le quedaban, caminó los tres kilómetros que lo separaban del teléfono más cercano.
Una vez ahí echó sus últimos pesos como quien prueba suerte en un tragamonedas, marcó el número y esperó tono. En pocos segundo se resolvería todo, sabría si sí o si no, si valía la pena vivir o si solo respiraba para evitar morir.
-¿Aló?- preguntó una voz de mujer del otro lado
-Aló, ¿Esperanza?- replicó en busca de su amada
-No joven, número equivocado.



Me interesa tu opinión, deja tu comentario. Gracias.