La mayoría de los días aparecen tres. Alguna vez han venido dos. Pero ayer, solamente vino uno. Digo uno porque creo que lo era.

Siempre me saludan con dos besos. Al principio no entendía esas confianzas, ahora ya, de tanto venir a verme lo considero normal. Aunque de normal no tienen nada.

Me miran de una forma extraña. Me hablan como si yo fuera el que pierde la cabeza. Cuando son ellos los que no saben lo que dicen. Deben de vivir en otro mundo; por lo que deduzco.

Comodecía, ayer sólo vino uno. Fue muy extraño. Entró en mi habitación y no le conocí. Pero cuando se quitó la cabeza, le salió la suya de otras veces. Y ahí sí que no me engaña. Quería confundirme, pero a mi no me confunden. Yo sé muy bien quién soy, y... jamás había conocido a nadie que se quite una cabeza, de un sólo ojo de lado a lado de la cara, y adopte otra apariencia más humana. ¡Eso no es de este mundo!

Pasado el susto, casi me muero de risa, cuando me llamó abuelo. ¡Abuelo! ¡Qué se habrá creído! ¡a saber cuántos años tendrá él! Estos seres se toman unas confianzas... Y aún me dice que ha venido en su vespa, ¿vespa? ¿qué será eso? ¿alguna máquina voladora de esas que he visto en la televisión con luces de colores y gas? No sé, pero a mí no me suben a ese aparato. ¡A saber que velocidades coge! Que yo me mareo enseguida.

Como decía, ayer vino uno. Pero hoy van a venir los tres me dijo. Quieren llevarme a su planeta para cuidarme dicen. A mí no me engañan, quieren llevarme para estudiarme. Ya he oído historias de mis vecinos que dicen que les secuestran a veces para sacarles información. ¡Y claro!, con lo inteligente que soy yo... han decidido elegirme a mí para la evolución de su especie.

Todos mis vecinos han salido al rellano a despedirme. Hasta me han ayudado esta mañana a hacer el equipaje. Se ha abierto la puerta y ha entrado el más mayor de los tres que me visitan. Vamos padre, dese prisa, me ha dicho, ¿qué querrá decir eso? ¿que voy a ser el padre de las nuevas vidas? ¿acaso seré para ellos un dios...? Me trata con mucho cuidado y respeto, y prosiguió diciendo: tengo mal estacionado el BMW. ¿Cómo? ¿no vamos en vespa? contesté parándome. No padre, es más seguro así. Y proseguimos el camino hacia el BMW.

Sonreí; ¡voy a salvar a la humanidad de la invasión de las máquinas!