¿Es un delito amar la perfección?

¿Por qué la búsqueda de la verdadera belleza, de la sabiduría, de la armonía, puede causar tanto rechazo? ¿Por qué ser condenados a la soledad cuando sólo nos decidimos a buscar el equilibrio primero, el comienzo de todo?

Y no hablo de la perfección física, de la moda que todos veneran pero que a todos atormenta. No, hablo de la coherencia entre el sentir, el ser y el actuar. Hablo del conocimiento pleno de nuestros propósitos, de la comprensión del uno y el otro. Hablo simplemente de manos y bocas en total equilibrio con conciencia y espíritu.

¿Por qué tanto aterran estos nobles sentimientos? ¿Por qué insistir en la ignorancia, en la mediocridad, en lo fácil? Si nadie los juzga o cataloga, ¿por qué simplemente no respetar el camino elegido?

En fin, sólo lanzo estas interrogantes porque hoy me siento más sola que nunca, aparte de todo, sólo por haber decidido ir en búsqueda de esta perfección.

Habitante de un tiempo que ya no es el mío, sigo luchando en el medio sólo para llegar al principio, y encontrar así a los que desde hace tanto trabajan para construir un mundo de hombres y mujeres más sabios y más honestos.