Arboles de otoño,
desnudos por el viento,
un día extrano,
la luz resalta su hermosura.
Cuerpos se mueven agitados,
la humadera del combate incomprendido
proyecta rostros lagrimeantes y huidizos.
Muchos colores, muchas ideas,
todo se contrapone, todo es una lucha,
risas, alegría, llanto y hambre.
La máquina da un nuevo paso,
idea transgresora, que digiere lo humano,
defecando parásitos dependientes de ella y sus males.
Pañuelos y lágrimas,
bufandas.
lágrimas que arden pero no se funden,
ni una flama para esa vela...
Día extraño donde en forma errada calienta el sol,
papeles inversos, desubicados,
cuosiente del progreso,
nuestro cielo llora,
nuetro mar vomita,
y nostros reimos, lloramos, morimos.
es hora de darse una palmadita en la espalda,
degustar el beso seco,
y darnos el luto de los arboles,
esa que nos enseña la textura dura de la huida.
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