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Capítulo VI

Pedro Román regresó a la casa, recién había terminado de recibir del vapor Alondra la correspondencia y los víveres enviados desde Punta Arenas. La nave había recalado en la bahía con las primeras horas del día, recaladas que ya se estaban haciendo habitual por parte de los buques de la Armada y de cabotaje que hacían el tráfico entre Puerto Montt y Punta Arenas. En la mano llevaba una carta que mostró a su esposa y a su suegra que se encontraban en la cocina-comedor.
—Miren, Jorge me escribió desde Valparaíso, ojalá todos estén bien allá en el norte —y pasándosela a Raquel le dijo—: ¿Podrías leerla mientras voy a lavarme y a cambiarme la ropa?
Raquel leyó la carta en voz alta para que escucharan Pedro y su madre, pero cuando la iba a dejar encima de la mesa se fijó en el matasellos que traía el sobre.
—¡Fíjense en lo que dice este matasellos!: “Correos de Chile, Primer Servicio Postal, avión a Magallanes – Santiago. Despachada de Valparaíso el 19 de Enero de 1937, tránsito en Santiago 20 de Enero de 1937” —y luego de una pausa continuó— ¿Se dan cuenta el valor que tendrá este sobre para los filatélicos con el tiempo? Este sobre con este matasello conmemorativo será un tesoro.
—Bueno, esto significa que por lo menos tuvo resultados positivos la apertura de la línea de hidroaviones, pues al año de iniciada ya hay un servicio aéreo comercial desde el centro del país hacia Punta Arenas —dijo la señora Domitila mientras observaba detenidamente el sobre.
—Yo sé de personas que invierten cualquier cantidad de dinero en comprar sellos y sobres raros, así que éste y los que nos lleguen los guardaremos para el futuro, ¿cómo saben si nos hacemos millonarios? —dijo Pedro riéndose.
—No sé si los filatélicos comprarán tus sobres, pero lo que yo sí les puedo asegurar es que seré millonaria cuando regresemos al norte y venda mi Diario de Viaje —agregó Raquel riéndose.

La vida en Puerto Edén se desarrollaba de manera agradable para la familia de Pedro. Raquel y la señora Domitila atendían la enfermería donde curaban las heridas y le proporcionaban remedios a los indígenas que lo necesitaban y en las tardes reunían a los niños para enseñarles castellano lo que les había permitido a ambas ya poder hablar kawaskar. Pedro y el Cabo Llano reunían a los jóvenes cada mañana, los hacían trotar, hacer ejercicios aeróbicos, practicar boga en el bote del puesto y finalmente terminaban con instrucción militar: ponerse firme, hacer giros, alinearse y desfilar con paso de ganso. Normalmente, alrededor de las siete de la tarde, el Cabo Llano llegaba a la casa de Pedro y los cuatro conversaban hasta después de comida. A las diez, Llano se despedía y se retiraba a su vivienda, la familia se acostaba y Raquel escribía su Diario de Vida hasta aproximadamente la medianoche. Esta rutina era alterada solamente cuando recalaba en la bahía alguna nave mercante o algún buque de la Armada.

—Ayer escuché en una emisora que un huracán había causado estragos en la costa sur de Estados Unidos. ¿Cuál es la diferencia entre un huracán y el temporal que tuvimos a bordo del Micalvi en Muñoz Gamero? ¿También eso fue un huracán? —preguntó la señora Domitila.
—Hay mamá, usted siempre con sus preguntas complicadas —respondió Raquel.
Los cuatro continuaron conversando sobre el tema pero ninguno supo explicar cual era la diferencia entre un huracán, un temporal, un tifón o un ciclón. Esa noche a Raquel se le ocurrió que Pedro debería oficiar a su mando en Punta Arenas sobre la necesidad de que el puesto contara con una enciclopedia y con libros relacionados con primeros auxilios, enfermería y aún sobre la creación de pequeñas granjas.

Una noche Raquel escribió en su Diario de Viaje: “Puerto Edén, 5 de Septiembre de 1938, hoy día escuchamos en la radio que habían ocurrido graves incidentes en el centro de Santiago. Parece que en la Universidad de Chile y en el edificio del Seguro Obrero, frente a La Moneda, hubo varios muertos entre jóvenes nazis que se habían refugiado en esos edificios, la situación es muy confusa, ojalá el presidente Alessandri sepa enfrentar esta situación”. En otra oportunidad escribió: “3 de Octubre de 1938, hoy ha sido un día de gloria para el puesto, hemos comenzado a formar nuestra biblioteca. Recibimos del Sobenes dos grandes cajas en que venían perfectamente embalados los 20 tomos del Tesoro de la Juventud, una enciclopedia que se ve fantástica y varios libros sobre enfermería y primeros auxilios en que destaca uno de la Clínica Mayo: “Una vida mas sana” y una guía práctica ilustrada sobre granjas, titulada “La vida en el campo” de un tal John Seymour; creo que todos estamos realmente emocionados y ansiosos por comenzar a leerlos; me dio gusto ver como mi mamá los miraba y no quiso tocarlos, —hasta mañana cuando los pueda ojear tranquila—, dijo”.

A fines del segundo año de permanencia en Puerto Edén, Pedro tuvo una idea que cambiaría completamente su relación con los indígenas. Una noche Raquel se sentó a la mesa del comedor y luego de estar un largo tiempo inmóvil con ambas manos sujetando su cabeza comenzó a escribir: “Miércoles 2 de Noviembre de 1938. Hoy ha sido uno de los peores días en muchos años. He discutido y peleado con Pedro y siento que algo se ha quebrado dentro de mí. Pedro llegó muy excitado a la hora de almuerzo. Nos contó que por radio había recibido la información de que el próximo Lunes siete ocurrirá un eclipse total de luna, eclipse que será visible en todo Chile y que durará en total casi trece horas, a las dos veinticinco de la mañana del ocho será el instante en que se alcanzará el centro del eclipse. Mi mamá y yo nos pusimos muy contentas con la noticia y comentamos que ahora la Luna ya estaba casi en su fase de luna llena y que a esa hora seguramente ya estaría visible, que rezaríamos para que esa noche estuviese despejado o que por lo menos las nubes nos dejaran ver el eclipse. Estábamos en estos comentarios cuando Pedro muy serio nos dijo: —No deben comentar esto con los indígenas porque mañana los reuniré para informarles que el próximo Lunes, desde la puesta del sol hasta el día siguiente estaré ocupado en tratar de hacer desaparecer la Luna en homenaje a nuestro Dios—. Casi no podía creer lo que estaba escuchando y ante nuestras objeciones, Pedro, muy enojado, nos gritó que esta era su oportunidad de asegurar su ascendiente ante los indígenas y que no discutiría más sobre este asunto…”
El día señalado para el eclipse, el cielo sobre Puerto Edén estuvo despejado por lo que el fenómeno se apreció en toda su magnitud, mientras los kawaskar desesperados danzaban emitiendo lúgubres sonidos pues la Luna es sagrada para ellos. Desde ese día a Pedro Román lo comenzaron a llamar Papá Román y se convirtió para ellos en un ser mítico, con poderes sobrenaturales. Las únicas que no celebraron lo acontecido fueron Raquel y su madre, el Cabo Llano lo apoyó decididamente.

Después del episodio del eclipse lunar, la relación de ambas mujeres con los hombres estuvo tirante durante un tiempo, pero al mes ya todo se había olvidado y la vida familiar continuó igual que antes. Raquel, como de costumbre escribía todas las noches su Diario de Vida, Diario que tanto Pedro como su madre le pedían que se lo mostrara, pero ella les decía que era algo personal y que cuando lo editara, en Santiago, lo podrían leer.
Otra noche Raquel escribió: “24 de Diciembre de 1938. Don Pedro Aguirre Cerda asumió la Presidencia del país, mi mamá no estuvo muy contenta porque dijo que está apoyado por los comunistas, no me puedo explicar por que le tendrá tanto miedo a los comunistas”. En otra oportunidad escribió: “24 de Enero de 1939, la radio nos informó que un fuerte terremoto afectó la zona centro sur del país. Estuvimos toda la noche en vela recibiendo las noticias de la catástrofe que al parecer ha sido muy grande. Rogamos a Dios que tanto los hermanos de Pedro como mis primos estén sanos y salvos. En la tarde de hoy 25 la radio informó que la ciudad de Chillán había sido completamente arrasada por el sismo y que ya hay contabilizados sobre 30.000 muertos”.

Una tarde en que los cuatro, como de costumbre, conversaban alrededor de la mesa del comedor de la casa de Pedro, la señora Domitila se levantó y fue hasta un estante donde estaban los tomos del Tesoro de la Juventud y volvió a la mesa con uno que tenía marcado.
—¿Recuerdan que hace tiempo les pregunté cual era la diferencia entre el temporal que pasamos en Muñoz Gamero y un huracán o un tifón y ninguno de ustedes supo contestarme? Pues bien, pongan atención porque este maravilloso libro tiene la respuesta —dijo la señora Domitila y leyó—: “En meteorología, un ciclón, un tifón o un huracán definen un mismo fenómeno. Los nombres varían dependiendo de la región en que sucede. En general se habla de huracán cuando ocurre en el océano Atlántico, de tifón en el Pacífico y de ciclón en el océano Índico. Este fenómeno es la manifestación más violenta de las depresiones tropicales, se crea y alimenta sólo en los mares calientes. El fenómeno consiste en la rotación de un volumen de aire en un área de bajas presiones que se forma principalmente en los trópicos y son altamente destructivos. Producen fuertes lluvias con vientos de más de cien kilómetros por hora con ráfagas sobre los trescientos kilómetros por hora”.
—Efectivamente querida suegra, de acuerdo a lo que nos leyó, lo de Muñoz Gamero fue un temporal porque no se formó en mares calientes y eso fue precisamente lo que yo les dije en esa ocasión, pero ustedes no quisieron escucharme —dijo Pedro riéndose.

Raquel otra noche escribió en su Diario: “2 de Marzo de 1939. El Cardenal Pacelli es elegido Papa. Llevará el nombre de Pío XII”. En otra hoja puso: “1 de Abril de 1939, un locutor emocionado dio la noticia que luego de tres años de guerra civil, el generalísimo Franco había dado por finalizada la guerra en España”. En otra: “1 de Septiembre de 1939, Alemania invadió hoy Polonia, país que dicen mantiene tratados con la Gran Bretaña y con Francia. El comentarista dijo que se temía una nueva guerra europea”.

A comienzos del mes de noviembre de 1939, el suboficial Román fue informado por su mando que en quince días más el presidente de la república don Pedro Aguirre Cerda, a bordo del BMS Araucano de la Armada visitaría Puerto Edén en su viaje hacia Punta Arenas. En esos quince días las construcciones del puesto fueron pintadas, los kawaskar informados de quién los visitaría y la importancia que esto significaba para su futuro. El Presidente quedó impactado por las precarias condiciones en que vivían los indígenas, le ordenó al Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, que lo acompañaba, que cuatro alacalufes jóvenes fueran contratados como conscriptos y que quedaran a las órdenes del jefe del puesto.

Cuando se aproximaba la fecha en que Pedro Román y el cabo Llano iban a cumplir su cuarto año de permanencia en Puerto Edén, luego de una reunión familiar acordaron que Pedro solicitaría a la Fuerza Aérea permanecer por otros tres años en el puesto y el Cabo Llano pediría ser relevado. Por supuesto estas solicitudes fueron acogidas por el mando y es así como Pedro y su familia continuaron viviendo en Puerto Edén por los próximos años.
El 10 de marzo de 1940 recaló en la bahía el remolcador Sobenes. Román como de costumbre subió a bordo y se presentó al comandante, pero esta vez iba con bastante curiosidad pues había sido notificado por su mando que en el buque viajaban para quedarse por un tiempo indeterminado en Puerto Edén, el sacerdote Salesiano padre Federico Torre y su ayudante, hermano coadjutor Ernesto Radatto enviados por el Administrador Apostólico de Magallanes para evangelizar y bautizar a los indígenas. Debería proporcionarles alojamiento y toda la ayuda que le solicitaran. En el buque también venía el cabo enfermero Ramírez relevo del cabo Llano.
El padre Torre y el hermano Radatto fueron ubicados en la casa del personal junto con el cabo Ramírez pero, continuando con la costumbre tácitamente establecida en el puesto, terminada la jornada de trabajo se reunían en la casa de Pedro y comían todos juntos, oportunidad que aprovechaban para intercambiar ideas y contarse las dificultades y experiencias del día.

—Les cuento, hoy día fuimos con el padre Federico y Ernesto a la choza de Yuras y le expliqué la idea del padre Federico con respecto a Terwa Koyo —dijo Pedro dirigiéndose a Raquel y a la señora Domitila que estaban sentadas en el sillón de la cocina comedor de la casa.
—Qué bueno por Terwa Koyo y ¿qué contestaron? —preguntó Raquel.
—Yuras no dijo nada pero Kostora aprobó la idea de inmediato —respondió Pedro.
—Perdónenme, pero creo que están haciendo una locura con ese pobre niño; sacarlo de su ambiente natural y por no se sabe cuanto tiempo no creo que le vaya a servir de mucho —intervino la señora Domitila y continuó—. Insisto que toda esta operación de civilización sólo les acarreará males a mis indefensos amigos. Me dan lástima ellos y ustedes.
—Pero señora Domitila, llevar a Terwa Koyo a Punta Arenas, a nuestro colegio, para educarlo y evangelizarlo será muy bueno para él y su pueblo. En el futuro podrá regresar a Puerto Edén a predicar el Evangelio y a enseñarle a su gente a vivir en forma civilizada —dijo el padre Torre y prosiguió—. Este niño es de una viveza e inteligencia evidente y además ya tiene diez años, la edad precisa para comenzar su evangelización.
—Mamá, estoy de acuerdo con el padre, acá este niño no tiene ningún futuro mientras que allá en la civilización podrá aprender de todo y con su capacidad podrá ser lo que se proponga —dijo Raquel.
—Suegra, usted últimamente se está oponiendo a todo lo que estamos haciendo. Alegó por cien por lo de los bautizos y ahora no le gusta lo de Lautaro Edén Wellington —dijo Pedro riéndose.
—No se ría tanto yerno, a ellos no les ha gustado nada esto de que le pongan nuevos nombres y en castellano todavía, no entienden ni comprenden la utilidad de ello y le puedo asegurar que entre sí continuarán llamándose por sus verdaderos nombres. Mire que ponerles nombres como: Lautaro Edén Wellington o Fresia Alessandri o Juan Messier, es para la risa —terminó la señora Domitila.

Casi a fines de ese año 1940, en una de las recaladas del Micalvi en Puerto Edén se embarcaron de regreso a Punta Arenas el padre Federico, el hermano Ernesto y Terwa Koyo, rebautizado como Lautaro Edén Wellington. Prácticamente la totalidad de los kawaskar que vivían en el pueblo fueron a despedirlos al pequeño muelle. Terwa Koyo a la única persona que le dio un beso de despedida fue a la señora Domitila, al resto los miró fijamente antes de embarcarse en el bote y una vez abordo se sentó dándoles la espalda y ninguna vez se volvió a mirar hacia el pueblo reunido en el embarcadero.


En el mundo indígena

Yuras y su familia se encontraban como de costumbre reunidos alrededor de la fogata encendida en el centro de la choza, los perros se veían esqueléticos, la disminución de los restos de pescado debido a que Kostora ya casi no iba a mariscar y Yuras tampoco salía a cazar había redundado en que ahora no tenían muchas sobras de comida con las que alimentarse, por lo que a veces debían forzosamente ir a pescar con la marea o tratar de cazar algún ave para no morir de hambre. Hasta la vida de los perros había sido afectada con la llegada de la civilización a Puerto Edén.
—Abuelo ¿podría contarnos esa historia sobre los kawaskar que un buque francés apresó y se los llevó? —pidió Terwa Koyo a su abuelo.
—Eso sucedió hace muchos años, yo lo escuché de mi padre. Un velero francés raptó a once kawaskar, los embarcaron y después de más un año regresaron sólo cuatro, el resto murió en la tierra a donde los llevaron, Francia —relató Meseyem ante la atención de todo su auditorio.
Esa tarde la familia se reunió en la choza en cuanto oscureció, lo que en esta época del año ocurría bastante temprano ya que se encontraban en pleno invierno. El abuelo recién había terminado de contar lo del rapto, cuando una pelota surcó el aire en dirección a Kostora, quien con la punta de los dedos la lanzó hacia Yuras y así se pusieron todos a jugar lanzándose la pelota unos a otros. El juego duró más de tres horas lo que les ayudó a acortar las horas de confinamiento dentro de la choza. Este juego era prácticamente el único que los kawaskar practicaban dentro de la cabaña y lo hacían por horas y todas las noches. La pelota la confeccionaban empleando el estómago del lobo marino; lo cortaban, lo inflaban, lo amarraban con tendones y lo ponían a secar quedando una pelota liviana y manuable.

Un día, cuando Kostora fue a la Casa Grande a buscar los víveres que semanalmente le entregaban para su grupo familiar; el Suboficial Romero le dijo que al día siguiente, a la hora de la instrucción militar, deberían reunirse todos: hombres, mujeres y niños frente al hangar porque tenía algo muy importante que comunicarles. Al día siguiente, frente a todos, el suboficial les informó que en tres días más, cuando el sol se pusiera, él, ayudado por el cabo Llano haría desaparecer la Luna en homenaje a Dios. Les pidió que todos estuviesen atentos esa noche.
Para los Kawaskar, el Sol es sagrado pues él hizo al primer hombre del cual provienen todos los kawaskar, la Luna es un Sol que sale de noche y por tanto tan sagrada como el Sol, además que por las fases de la luna cuentan los períodos de tiempo más largos. Dicen que un viaje a cazar durará dos lunas, etc. Ellos habían presenciado estos eclipses de luna y también de sol, ambos los asustaban pues temían que en una de estas ocasiones sus dioses desaparecieran y eso sería tremendo, pero ahora lo que sí los maravillaba era saber que un hombre, un blanco como el suboficial Romero pudiese provocar estos eclipses cuando quisiera, su Dios debería ser muy poderoso para hacer esto. Después de la noche en que efectivamente sucedió el eclipse lunar a los kawaskar no les cupo duda alguna que Papá Romero era un ser con poderes sobrenaturales y que por lo tanto debía ser obedecido en todo. En Puerto Edén el eclipse había sido espectacular porque el cielo estuvo despejado y el fenómeno se pudo apreciar en toda su magnitud y belleza. La luna roja, con un color entre anaranjado brillante y rojo ladrillo se vio por largos minutos en el cielo plagado de estrellas.

—¿Qué les enseñó hoy día el padre Torre? —Preguntó Yuras mientras ponía sus manos cerca del fuego de la fogata.
—El padrecito nos habló de Dios y de la creación del mundo. Lo encontré muy parecido a nuestra historia de Arkachoé —contestó Terwa Koyo— y también no enseñó a rezar, aprendimos el Padrenuestro.
—El hermano Ernesto nos está preparando para bautizarnos y también nos está enseñando a leer, estamos comenzando con el “Ojo, o, jo, ojo” —dijo Kuntcar muy excitado.
—Está bien esto de enseñarnos a rezar y de Dios, pero todavía no se me ocurre para qué será esto del bautizo —dijo Yuras.
—La señora Raquel nos dijo que era para perdonarnos un pecado que todos tenemos y además que nos pondrán otros nombres, nombres en castellano para civilizarnos —respondió Kostora.
Así continuaron esa noche conversando sobre las lecciones que recibían y el próximo bautismo hasta que Yuras le lanzó la pelota al abuelo Meseyem y comenzaron a jugar como de costumbre. El padre Torre y el hermano Radatto les enseñaban de la existencia de Dios, de Jesucristo, la Virgen, el bien y el mal. Los kawaskar comparaban estas creencias con las de ellos y las hacían propias sin mayores cuestionamientos pues en esencia explicaban lo mismo en que ellos siempre habían creído. Una persona, Dios, creó a una pareja inicial de kawaskar de quien provenían todos ellos, que ayayema era el diablo y que era malo robar, pelear y desear la mujer del prójimo.

Terwa Koyo, sus hermanos y otros jóvenes se encontraban en la playa; unos tirando piedras al mar y otras parejas practicando lucha, dos muchachos agarrados de la cintura tratando de botarse, el que lanzaba al otro al suelo ganaba, no se hacían daño y no usaban golpes de pié o de mano ni cabezazos. Un poco más lejos las niñas habían hecho una choza pequeña y habían encendido fuego y cocían un choro zapato gigantesco.
—Terwa Koyo —llamó Yuras quien junto a Kostora se acercaban a donde jugaban los niños.
—Voy padre —contestó Terwa Koyo separándose del grupo de jóvenes que tiraba piedras yendo donde sus padres.
—Hijo, Papá Romero y el padre Torre nos pidieron que te enviáramos a estudiar a Punta Arenas. Que es por tu bien, te irás a fin de mes con el padre Torre y el hermano Ernesto —le dijo Yuras, sin mirarlo, mientras Kostora le acariciaba la cabeza y la espalda.
—Sí, padre —contestó Terwa Koyo, mirándolo fijamente.
Esa tarde Terwa Koyo fue el último en recogerse a la choza. Ingresó en ella más de una hora después que sus familiares, se tendió en su lugar y no participó en el juego de pelota. Con los ojos cerrados y ajeno a lo que decía el resto, pensaba: “¿Por qué yo? Acá soy tan feliz, tengo tanto que aprender de mi abuelo y de mi padre. Todavía no he participado en ninguna caza de ballena, no he cazado ningún ciervo y quizás nunca lo pueda hacer. En ese Punta Arenas…”

JORVAL
040706

Texto agregado el 04-07-2006, y leído por 1609 visitantes. (15 votos)


Lectores Opinan
04-09-2009 (Perdone pero ud. tiene un foro que me resultó muy útil. Lo único que allí un cronopio no puede dejar mensajes porque justamente porque es cronopio) Gracias el-correcaminos
09-05-2008 Yo le repetirìa a ciberbaco, que como dijo alguien, la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo. He leìdo sus textos y realmente yo tampoco le activarìa su cuenta. ¿Es ciberbaco un alcoholico cibernètico? ollitsak
03-01-2008 Lamento que no abrás tu libro de visitas, debe ser por miedo a los comentarios sobre tus escritos y pensares Entré a tu apasionado y chauvinista blog, no pude creer las cosas que pensás y creés, no pude creer las cosas que piensan y creen tus seguidores; y entiendo, luego de leer tu biografía, que con esa formación religiosa, militar y educativa, no puedas menos que pensar como pensás. Cuanto odio contra los "marxistas", tendrías que recordar cuanta gente a muerto en nuestra amada latinomérica sólo por haberlos llamado así. Cuanto odio por gente que quiere otro pasar para nuestra desgarrada tierra y por favor, no confundás encuentro de mundos con pisoteo de sólo uno. No creás que los conquistados abrazaron la verdad europea, no les quedó otra cosa que hacerlo para sobrevivivr a la destrucción y la colonia. Por que será que alguien, en nombre de los pueblos indígenas le devolvió la Biblia a JP 2º después de 500 años, no debió ser porque Dios estuvo con ellos. Por que será que en tu amado país, los pobres y postergados son oscuros, pequeños y aindiados. No ha de ser porque los "marxistas" los olvidaron o el glorioso pinochet los apartó de su vista. Habrá que buscar las razones en tu propia tierra, tan parecida a la mía o a la de Bolivar o Artigas y tan distintas entre sí como la selva o los Andes. Tus escritos no tienen poesía, por lo tanto no tienen verdad, por lo tanto no tienen alma. Dicen que Dios, en su inmensa sabiduría, hizo al hombre a su imagen y semejanza. Algunos hombres no cumplen esa condición. ¿No serás vos uno de ellos? abulorio
25-12-2007 hijo de puta... anciano de mierda...activa mi cuenta Ciberbaco
25-03-2007 JorvaL , abre tu libro de visitas y deleitanos con la continuación de esta noveLaa. ¡vueLve jorvaL , vueLve! damage_me
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