En realidad no se que raro impulso me llevó a escribir lo que sigue.

Estaba parado junto a la puerta de mi trabajo con la cotidianeidad de saludarnos entre compañeros, me puse a charlar con un ya viejo vecino.

Ese instante, a veces con cierta formalidad, me cambió el sentir de la mañana gris y fría que a todos nos envolvía empujándonos a la labor diaria.

Entre sonrisa y pucho, descubrí junto con aquel hombre, parte de la niñez perdida o quizás vivida con otra perspectiva....

Algunas sonrisas me recordaron los partidos de fútbol donde no existían ni grandes ni chicos y que para formar un equipo había que “pisar”. La cancha era aquella calle donde hoy circulan muchos autos. Los médanos y las cacerías de pájaros a campo abierto, pesca en la cañada, búsqueda de arazá manjar de la hora de la siesta. Trompos torpes me hacían perder el mejor premio, bolitas cachadas que solía poner en la trolla.

Hasta entrada la noche y previo al grito de la vieja para mi retorno a casa, jugábamos a las matreriadas también llamadas “escondidas”, ramas de árbol y obra sin terminar que nos cobijó de aquél buscador de turno.

El Marciano no lo vi más...tampoco al Niñoro..., Roy se casó y hoy tiene dos chicos, algunos ya no están...otros en pueblos lejanos, muchos se destacan en la vida profesional.., y yo aquí en la puerta de mi trabajo recuerdo con alegría nostálgica junto a mi ya viejo vecino.

(Mi amigo - hermano José es de decir, de fácil dicción, me acompaña en nuestra faceta docente, formamos una buena dupla aunque debo reconocer con mucho placer que él "dice" de mejor manera que yo, pero nunca me llego un escrito de él, josé dice, no escribe, salvo aspectos técnicos, lo cual hace muy bien. Hoy será que por Juan L. Lacaze la nostalgía campea, se animó y me envió esto que comparto con mis amigos de "los cuentos", saludos a todos, Víctor)