Crecimos escuchando que estamos compuestos por dos elementos, uno concreto (cuerpo) y otro abstracto (alma). Tanto lo escuchamos que pocas veces diferenciamos y notamos que tenemos alma, dando prioridad a los estímulos (calores, fríos, dolores) que se sienten físicamente.
Por estos días creo estar muy bien físicamente, comprobado absolutamente, debido a que mi sobrino estuvo, no hace mucho, muy manchado gracias a la famosa “peste cristal”, que de cristal no tiene nada, al contrario, al ver la cara de mi sobrino, llena de rojizas manchas y luego, unas casi moradas costritas, se veía bastante feo y vulgar. La principal sospechosa de haber llevado al hogar tan picudo virus, fui yo, debido a que el hijo de una amiga apareció con manchitas un par de días después, de que yo les visitara. Según el médico, yo pude haber sido perfectamente la “transportadora”, sin desarrollar necesariamente la enfermedad, debido a que podía encontrarme con un buen nivel de defensas y anticuerpos.
– ¿Ven? – les decía en mi hogar, orgullosa
- ¿Cuándo han visto un conejo con peste? - abogando a mi condición de única vegetariana en la familia.
Mi sobrino ya se recuperó, pero hoy, mi sobrina amaneció alicaída. En la tarde, visita al pediatra, diagnóstico: Peste cristal. Yo sigo firme, físicamente firme y sin ninguna mancha, pero un viejo amigo me ha hecho recordar, que también tengo alma.
Los anticuerpos de mi cuerpo no alcanzaron para mi alma. Un viejo amigo, como les dije, no uno cualquiera, sino, uno de mis mejores y mas antiguos, con quien hemos compartido mas de 15 años de amistad, me ha brindado una estocada en el alma. Duele. Mas que nada, entristece. Definitivamente, reciente el alma.
Después de haber compartido tanto en la vida, sobretodo nuestra amistad, en la cual, ninguno se ganó la amistad del otro, sino, que solamente se forjó a medida que avanzaban nuestras vidas, creo que hubiese podido soportar cualquiera que fuere la verdad que el estaba (o está) cursando y / o ocultando, lo que fuere en que esté metido, situación, que se le ha escapado de las manos y que lo ha llevado a mentir, deduzco que ésta hasta el cuello con esta situación, y tal vez no lo comparta, pero si lo comprenda, después de todo, ¿para que estamos los amigos?. Hemos compartido tanto que tal vez lo hubiese perdonado. Pero, ¿qué puedo hacer si él me ha apartado de su vida y me ha engañado como a todos los demás?
Aquella estocada que no vale la pena detallar, me ha hecho recordar y reflexionar sobre mi 50% etéreo. A raíz de ésta situación, me he sentido sola, siendo que hace mucho tiempo que lo estoy y digamos, que había sobrevivido bastante bien a mi soledad, e incluso, había comenzado a enamorarme de mi libertad. A pesar de haberlo comentado con cercanos, aun no aparece ese hombro en donde poder derramar mi lágrima. Por lo general, soy muy arisca y detesto que me toquen, pero además de sentir pena, me he sentido muy extraña, debido a que mi alma necesita un fuerte abrazo. Creí que jamás lo volvería sentir, ni menos a decir, pero realmente, necesito un abrazo.
Mi repentina molestia hacia mi soledad, se debe a que mi amigo, con quien lo somos (o lo éramos) desde la adolescencia, siempre fue en cierto modo, mi protector. Debido a mi gran inocencia (de la que aún conservo un poco), él siempre estaba previniéndome de malas intenciones, de atisbos de bromas o de malos amores para que no fuera a caer destrozada por algún patán. De los novios que tuve, siempre encontrarían en él un puño inquisidor para quien cometiera la osadía de engañarme, y ahora, resulta que quien me engañó, fue él. Por eso mi vacío, por eso mi soledad. He sido traicionada por quien cubría mi metro cuadrado más cercano, por quien durante años me defendió de la maldad y en cierto modo, me protegió de mi propia ingenuidad.
Conclusión: creo que una desilusión amistosa duele aún más que una amorosa, ¿porque?, Porque en cierta forma, aunque uno no espere que su pareja lo engañe, siempre está la posibilidad. Pero hasta el momento durante mi vida he comprobado (lo sigo sintiendo y afirmando), que la amistad es uno de los más fieles sentimientos.
¿Que me queda?, solo dejar pasar los días y que el tiempo vaya sanando en parte, la trizadura en mi alma, ¿Que espero?, espero que algún día aparezca, se retracte ó solo me explique que sucedió, después de todo, creo que aunque no me lo pida, lo perdonaré. Sólo espero que se levante y vuelva a ser el hombre inteligente en el que tantos veíamos una buena proyección.
Vamos amigo, te estaré esperando. Te daré mi perdón aunque no me lo pidas, sólo espero que te lo merezcas.
|