Inquebrantable, ante lo que simulaba una orilla de su existencia, Amadeo esbozaba una mínima sonrisa que reflejaba la viveza de los años y la amargura de los recuerdos. Esa mueca contorsionaba su propia imagen perdida en el laberinto. Trabajosamente, logró tocarse la cara y desgarrarse unas arrugas de encima. Sólo algunas se resistieron a la madurez de los dedos añejos y tiesos como ramas. Después, un sueño lo detuvo y se miró de nuevo. Parecía brillar. Nada lo detuvo. Inquebrantable, ante la orilla de su existencia, alguien había cerrado el espejo.
Texto agregado el 05-01-2004, y leído por 186
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Lectores Opinan
09-02-2004
Imágenes fotografíadas. Muy bueno.
"Alguien había cerrado el espejo".
Me encantó esa expresión" marimar
04-02-2004
Ah, era esto la LITERATURA???? Que decepcion! moniquita
31-01-2004
Me gusta. Tiene ritmo y buenas imágenes prendidas con sólo un hilvan. Un saludo anapolar
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