Deja que te desnude mujer,
déjame hacerlo a mí, perfecta compañera,
quiero ser yo quien descubra la suavidad de tu piel,
el divino camino hacia tu espalda y el suave contacto de tu cuerpo.
No me quites la sorpresa de descubrir,
de tratar de adivinar la forma de tus pechos,
de arrancar suavemente tu ropa con mis besos,
con ojos y caricias ansiosos de desnudar tu alma,
de verlo todo en esa mueca de placer que llena tu rostro,
de fantasear como Dios besó el pequeño huequito de tu ombligo.
Veo tus caderas girar como un péndulo mágico que me hipnotiza,
mientras me revela los secretos de tus movimientos de pasión,
me da alas de imaginación sensual, tu oráculo caminar,
y entiendo que el cuerpo sabe antes que la mente,
lo que debe hacer para satisfacer sus deseos,
hablándonos en un lenguaje invisible.
Permite entonces que cuando nuestras vidas decidan juntarnos,
Cuando mi abrazo haga electrizar tus sentidos,
Quede un deseo, un secreto, un enigma,
Que ambos nos juremos descubrir. |