Yo quiero una mujer que huela a arcoiris y a solo de piano,
Cuyos besos tengan sabor a galaxia y su mirada sea un laberinto,
Que su cabello se enrede en espiral y forma valles, penumbras, esquinas.
Yo sólo deseo una mujer que sepa volar,
Una adicta a los abrazos, con una risa que halla que atar,
Para que descabritada no se escape entre la geografía de su piel.
Tengo ganas de una mujer que no se pueda dejar de mirar,
Un museo tenga en la piel, una escultura sea su alma,
Un perfume de potente luz la rodee, un aura de color caricia,
Una ópera turquesa sea la amalgama de sus sabores.
Me provoca conseguirme una hembra cósmica,
un ser humano femenino, una niñita crecidísima,
un incendio sexual que sólo encienda en contacto con el amor.
Un helado que sepa a sueños compartidos,
Un mordisco de infinito frutal,
Un estruendoso sonido blanco,
Un metálico rayo de locura,
Una emoción sónica. |