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Dudaba de tocar la tecla de la máquina de escribir. Era lógico, sentía ganas de expresarme. Elegí un poema, entonces, esperé un instante en mi cabeza, un instante, mientras cerraba los ojos y como si tuviera uñas en mi interior, sesgaba la oscuridad en ella. No duró mucho tiempo cuando vi muy sorprendido la faz de una mujer de edad indefinida. Era una mujer hermosa, de cabellos castaños, ojos líquidos y labios encarnados, mostrando unos dientes blancos, arios. Abrí los ojos para recordar esta imagen pero no pude, entonces, me puse a escribir acerca de esta mujer que jamás había visto ni en foto pero sabía que yo me casaría con ella.

Al día siguiente fui hacia el sanatorio en donde vivía mi madre y le dije que había encontrado a la mujer de mi vida en un sueño. Ella me miró y dejó escapar una lagrimota cayendo al piso como si fuera un huevo. Sus labios se abrieron y me dijo que esperaba que algún día, yo, dejara de soñar. Le di un beso a mi madre, y luego, fui hacia la tumba de mi padre y, sentada en una banca del campo santo, vi a la mujer de mis sueños... Te conozco, le dije. Ella volteó sus ojos preciosos y sonrió una eternidad. Te seguiré hasta el fin de mis días y noches, le dije. Pero ella se paró y salió caminando hasta llegar a la calle en donde había un carro lujoso que estaba esperándola. Tiene dinero, pensé, será una buena esposa... Fui corriendo hacia el auto y me puse delante para que no partiera. Salió el chofer y me dijo que saliera de la pista o sino pasaría sobre mi cuerpo. Pasa, pero antes deseo ver a mi esposa, le dije. ¿Cómo?, dijo el chofer. De pronto la puerta se abrió y salió una mujer, pero no era la misma que había visto un rato antes. Fui a mirar el interior del auto pero no encontré a nadie... Me alejé de aquel lugar ante los insultos del chofer y la anciana, pues era una señora de mas de setenta años...

Luego fui hacia mi casa, abrí el taller en donde vendía plantas de todo tipo, hablé con tres chicos del personal y después de delegar todas mis funciones, salí hacia la calle, esperando encontrarme con ella así como en la película: Luna de Hiel, hermosa y erótico triller película. Así deseaba verla de nuevo, pero no pude encontrarla jamás por lo que retornada deprimido a mi casa y me echaba a dormir. Y fue allí, en mis sueños en donde volví a encontrarme con la hermosa mujer, y en este sueño le hacía preguntas, como su nombre, su edad, si tenía algún serio compromiso, a lo que ella respondía a todo tal como me gustaría que respondiera. Luego, las cosas giraban de lado y ella me llenaba de preguntas como mi nombre, el lugar en donde trabajaba, el dinero que ganaba y si tenía compromiso, le dije toda la verdad y sentí que éramos algo más que amigos...

A la mañana siguiente abrí el taller, salí a la calle pero no vi a nadie especial. Fui al mismo cementerio en donde la había alucinado pero nada, entonces decidí echarme a dormir en aquel lugar, y lo hice, y la volví a encontrar, pero sólo en mis sueños. Esta vez le dije que la había buscado por todas partes. Ella me dijo que también había echo lo mismo. Te amo, le dije, y ella me dijo que también sentía los mismo. Nos besamos largamente, nos abrazamos, nos hablamos como dos bebitos de pecho y quedamos dormidos dentro del sueño... Un jaloneo me hizo despertar con los ojos hinchados de amor. Era el portero que me pedía que saliera del campo santo. Salí y fui casi saltando hasta llegar a mi hogar. Qué hermoso es estar enamorado y ser correspondido, decía a medio mundo que me miraban con rostros alegres y medio envidiosos. Apenas entré vi mi cama, no lo dudé, me eché a dormir para encontrarme en el sueño con mi amada...

Y así la fui pasando, viviendo en dos realidades, en una era un hombre aburrido, solitario y medio tonto. En el otro, es decir, en mi sueño, era un padre de nueve hijos, con una bella esposa, una gran y hermosa casa y muchos amigos, y todos jamás los había visto mas que en mis sueños... Todo fue hermoso si no fuera que mi esposa, la del mundo de mis sueños, enfermó, y murió. Luego, todos mis hijos murieron. Perdí mucho dinero, me sentí deprimido y tuve ganas de morir, y eso traté de hacer, es decir, me tiraba al precipicio pero nunca moría, pues, apenas llegaba al final del abismo, despertaba, malhumorado y, solo.

De pronto, una noche de insomnio, en que salí a tomar un café, la vi sentada a dos sillas que la mía. Ella me miró, y luego, yo la miré a ella... Hola, me dijo. Hola, respondí, era ella, sí ella, y, no está muerta aún, me decía en silencio. ¿Puedo sentarme a tu lado?, preguntó. Le dije que sí. Hablamos como si fuera la primera vez, me dijo su nombre que ya conocía, le di el mío que también reconoció pero sin inmutarse... nos conocíamos... Y allí, en el bar de un café, ella me dijo el por qué había dejado de soñarla... Callé, y ella calló. Nos tocamos las manos, y juntos desaparecimos de aquel lugar, caminando rápidamente hacia nuestra casa. Apenas entramos, vimos mi cama, nos echamos, nos tocamos las manos y, para nuestra total felicidad, volvimos a encontrarnos en nuestros sueños....


San isidro, julio del 2006

Texto agregado el 04-07-2006, y leído por 209 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-07-2006 demasiado bueno, no hay palabras 5***** inakix
04-07-2006 Muy bueno. m_a_g_d_a2000
04-07-2006 Que bello! bien, me ha gustado mucho. luccas
04-07-2006 Oh!!! eres real?? Saludos. indianala
 
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