Capitulo I
Dirck Van Robben era un niño de una familia acaudalada. Solía en su rato libre meditar sobre muchas escenas en su vida que lo habían impactado. Pero el nunca solía ni escribirlas, ni cantarlas, ni expresarlas. Solía contárselas a su viejo amigo, su mayor perro, el Sr. Dick. Solía hablar con el todas las noches, y contarle historias fantásticas sobre la vida en sus días cotidianos. Y muchas veces solía contemplar las estrellas, y siempre quiso tener una en su cuarto, donde la gente lo pudiera ver. Pero, el pensaba como era solo un niño de 10 años, no podía hacer mucho con esas ilusiones, asi que muy desilusionado se fue a dormir.
A la mañana siguiente, después de levantarse a tomar su comida de cada mañana, Dirck se fue al campo con su madre a ordeñar a las vacas. Su padre, fue un militar de la legión holandesa, que murió en la lucha por la independencia contra España. Su madre, a los pocos meses de enviudar, vivió con su padre y su madre, comerciantes acaudalados, que mantenían muchas necesidades del niño.
Una vez de estar en el campo, el pequeño Dirck tenia a la mano un pequeño carboncillo, y decidió dibujar con su mano, todas esas ilusiones que el tenia. Entonces fue corriendo, hacia su alcoba, y comenzó a dibujar esa maravillosa estrella que vio en la noche con su viejo amigo el Sr. Dick. Trazaba las líneas muy perfectas, dibujaba como si fuera el momento mas importante de su vida, y lo vivía como si fuera lo mejor para el. Una vez terminado de dibujar, arranco con la pintura. La pinto blanco, como la luz que vio esa noche, y trato de hacerla parecido a su sueño de esa noche, la estrella perfecta y brillante. Y lo hizo...
Al regresar su madre de trabajar, reposo un momento, descansando hasta la hora de almuerzo. Cuando de pronto, Dirck bajo las escaleras corriendo, y gritando de emoción lo que había hecho. Fue donde su madre y comenzó a decirle:
-¡Mira mama es una estrella tan bonita como tu! – exclamando el niño hacia su madre.-
La llevo de la mano, corriendo hacia su alcoba, y al primer minuto la madre se quedo asombrada de lo que su pequeño hijo de 10 años pudo haber hecho con sus propias manos. Lo abrazo y le dijo:
- ¿Tu lo hiciste mi hijito?
- Si, mama es una estrella tan brillante y tan hermosa como tu lo eres. –diciendo el niño tan cariñoso-
Y lo abrazo con todas sus fuerzas, por la magnifica obra de arte que el mismo había hecho. El nunca se pudo imaginar lo que el había hecho, y es porque, si no fuera por las ilusiones que su mente no podía seguir aguantando, el no habría hecho lo que hizo esa tarde, dibujar esa bella estrella, en nombre de su madre.
Al poco tiempo de dibujar la estrella, se fue a campo a seguir viajando por sus ilusiones. Cuando de repente, viene su amiga, una niñita de casi 9 años, la conoció por su madre, que es amiga de la madre de la niña. La niña se llamaba Helena, y tenia unos ojos tan brillosos como las esmeraldas y los cabellos como unos cabellos de ángel, dorados como la sonrisa del mismo Dios.
Comenzaron a jugar por el campo, se escondían por los árboles, se perseguían uno al otro, y reían juntos, como dos almas inocentes. Cuando Dirck se le ocurrió una gran idea, enseñarle la gran estrella que dibujo en su cuarto. Fueron corriendo hacia la habitación, y Helena vio la gran estrella que estaba pintada en el cuarto. Ella también se quedo asombrada, y miraba una y otra vez para poder ver si era muy real. No lo podía creer, veía en su amigo a un gran artista, un gran pintor, una gran imagen. Y se quedo pasmada en la imagen, como si le estuviera hablando la imagen, porque la obra era no era bella, era demasiado bella o extraordinaria. Solo alguien demasiado talentoso podía dibujar las estrellas, como Dirck pudo.
- Solo use mi imaginación. - Dijo muy sonriente el pequeño-
Y la niña, girando su pequeña cabecita, no lo podía creer. Miraba una y otra vez a su amigo, observándolos a el y a la magnifica pintura que el había pintado. Entonces fue corriendo donde sus amigas a contarle lo sucedido, saliendo sin palabra alguna.
El pequeño artista, veía que tenia un talento, o un don. No lo podía creer, el pensaba que era algo único, porque nadie de su familia fue artista como el lo era. La parte de su padre, dedicaba mucho a la vida militar y nacionalista holandesa. Y la parte de su madre, eran comerciantes, cocineros, escritores, y bohemios. Pero nada mas, ningún artista, ningún arte, ninguna expresión. No podía creerlo, era el único en su especie, el único que había nacido asi en su familia. Entonces comenzó a ponerse en su imaginación, como el artista real, el artista del rey, y se veía a si mismo pintando las catedrales, los murales, inclusive las paredes. Entonces, vio que su talento no era una perdida de tiempo, y pinto el cielo en un óleo, pero de manera muy primitiva, con todo lo que tenia, un carboncillo y pintura blanca.
Cuando comenzó a oscurecer, Dirck se metió en su cama, y comenzó a ver toda las pinturas del cielo y de la estrella. Y se había quedado mirándolas por un largo tiempo. Se dijo a si mismo:
- ¿Habré hecho algo mal o bien, o es tal vez que me están poniendo a prueba? ¿Por qué repentinamente tengo este talento, y no pude ser algún militar o algún bohemio como me hubiera tocado?
Y con mucha preocupación, abrió su cama, y se hecho un largo rato pensando en lo que había hecho y en lo que seria capaz de hacer. Cuando de pronto entro su madre, que quería felicitarlo por el trabajo que había hecho. Creía que su hijo era un prodigio, y quería mandarlo a la escuela de arte en Ámsterdam o a Amberes. Pero no quería decirle nada aun, porque era una sorpresa, y consideraba que estaba demasiado pequeño para esas cosas, pero dejando a un lado su amor maternal, decidió decírselo para que sepa cual iba a ser su destino. Entonces se sentó en la cama y dijo:
- Hijo, te felicito por esas hermosas pinturas del cielo y la estrella. Pero ahora quiero decirte que el mejor lugar para que desarrolles este don, no es acá. Debes irte a una escuela de arte, que es lo mejor para ti. Aquí solo vas a trabajar como un campesino, o harás labores del hogar pero no es lo mejor para un artista tan prodigio como tu lo eres, asi que he decidido mandarte a una escuela de arte, la mejor que podamos pagar tus abuelos y yo en Ámsterdam o a La Escuela de Amberes, para que puedas desarrollar tu talento, y ¡asi serás un gran artista!
- Pero…. – Diciendo el niño desesperadamente-
- Nada de “pero”, mañana mismo tus abuelos verán esta obra, y te iras a un lugar mejor que esta vida ¡Serás un artista famoso!
El niño descubrió y descifró que no era broma, que verdaderamente era un artista, y que si lo querían mandar a una escuela de arte, donde el podría ser un artista famoso como los famosos pintores holandeses, y podía vivir en la ciudad, su sueño mas querido en la vida.
Entonces cerro los ojos, y bajo la luz de la luna y el calido beso de una madre, durmió en su cuarto donde había pintado la famosa estrella.
A la mañana siguiente, cuando Dirck aun seguía descansando, los abuelos entraron a su alcoba a presenciar lo que su madre les había contado. No era mentira, el niño era un verdadero y famoso artista, y la estrella que pinto parecía que había caído del cielo. Sus abuelos se fueron muy pero, muy sorprendidos de lo que habían visto. No podían creerlo.
Cuando Dirck se levanto, miro hacia la ventana, y el sol estaba brillante, pero había algo de raro, una carroza muy lujosa, y un señor en la puerta comenzaron a inquietarlo mucho. Vio que era de la Escuela de Amberes, una escuela muy importante de pintores, y artistas. El señor fue donde su abuelo porque tenia asuntos que atender, ya que su abuelo era comerciante y quería mostrarle al mundo lo que es el arte de Amberes. Cuando de pronto, su abuelo menciono a su nieto, que era un artista de 10 años, y había nacido con el talento para serlo. El señor comenzó a reírse, pensando que se trataba de alguna broma, pero no fue asi. Los abuelos del niño mostraron que no estaban mintiendo, y lo llevo a la habitación del pequeño, donde esta majestuosa estrella se encontraba. El hombre se quedo sin palabra alguna mientras el niño la terminaba de darle algunos toques. El señor se acerco al niño y le dijo:
- ¿Cómo te llamas pequeñuelo?
- Mi nombre es Dirck Van Robben. – respondiendo asustado el niño –
- Ya veo, ¿y te gusta el arte?
- Me gusta solo cuando puedo expresar lo que me gusta, como estrellas, cielos, cosas bonitas. Si, me gusta pintar. – responde muy entusiasmado Dirck-
- ¿Y tu hiciste esta magnifica obra?
- ¡Pues claro! Es una estrella tan linda como mi mama, ¿no mama? – sonriendo le respondió al hombre.
- Bueno, ¿niño sabes quien soy?
- No tengo la menor idea, señor.
- Soy el director de la Escuela de Amberes, una de las escuelas más famosas de todo Flandes. Busco talentos como el tuyo, algo único en su especie, algo distinto. ¡Tu eres el indicado para la escuela! Haces muy buen arte, creo que si me ayudaría bastante el tenerte en mi escuela.
Entonces se quedo pensando. Cuando de pronto se retiro con los abuelos y la madre. Le dijo que se tenia que llevar al pequeño a una escuela donde podría aprender a pintar y a expresarse de manera artística. El niño acepto, y tuvo que dejar todo, su casa , su hogar, y sus abuelos, incluso a su madre. Cuando se despidieron ella le dijo:
- Hijo, no te preocupes, que siempre estaré en tu corazón, como siempre, seremos siempre unidos y tu sabes que mi único lugar siempre va a ser aquí en esta casa y aquí en este corazón. Cuídate mucho, y tu sabes que te adoro.
El niño se fue llorando, pero convencido de que su vida en Amberes iba a ser distinta y muy diferente. Iba a ser todo lo que el había soñado pero no podría ni levantarse a la hora que quisiera, ni tendría una madre que lo engría. El tendría que madurar por su propia cuenta. Por ahora seguirá viajando, y le esperaran nuevas sorpresas en su nueva casa, el Arte.
(Capitulo II: 30/07) |