Y te dije...
Te dejo también un beso, como al descuido, imperceptible al ojo humano, pero no a los sentimientos.
Te dejo un beso, porque se que lo sentís,
no te lo regalo, lo deposito en vos para su guarda.
Cuando te encuentre nuevamente, me lo regresas.
Espero que sea en un tibio día de otoño,
con el sol acariciando nuestros cuerpos.
En tu playa o en la mía.
Y me dijiste...
Es un hermoso tesoro, pero yo no puedo guardarlo.
Lo entrego.
Mi amada lo poseerá y se sentirá, mi reina en un castillo de oro.
Mi luna, en una noche estrellada.
Mi sol en una tarde de frío.
Mi sustento en horas vacías.
Mis astros en una noche oscura.
Mi playa, mi recodo, mi arena, mi descanso.
Y tanto mas, tanto, en ese beso que usted me regala...
Y quise decirte...
¡Estoy muriendo!
Pero escuche el sonido de mi beso,
en tus labios,
sobre otra boca.
Y ya no sentí
Latidos.
Latidos ® 03-07-06
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