Margarita:
Acá cuentan una historia que me pareció divertida.
Es una especie de fábula por lo que he podido entender de lo intrincado del lenguaje de señas, que es el más usado aquí, sobretodo entre los jóvenes, la gente mayor simplemente no habla.
Es más o menos así.
“Hubo un tiempo en que no existían verdes colinas ni mares azules, el cielo no era tal y como lo conocemos hoy en día, en efecto, las colinas eran de un material líquido y azul que se extendía alrededor de un pétreo mar cubierto de un manto verde y suave, diriase que pasto, que se elevaba con formas sinuosas bajo un cielo que no era tal y como lo conocemos hoy en día, en efecto el cielo era más bien desconocido.
En estos extraños parajes los peces habían mudado las branquias por pulmones y se podía divisar por encima del verde mar cardúmenes que proveían a los habitantes del lugar de leche, carne y cuero, los animales terrestres parecían haber desaparecido, pero se rumoreaba que habitaban sub- terra, en ese líquido campo, provistos de aletas y sin necesidad de oxígeno, huelga decir que los habitantes de esas comarcas hubieron de vivir en ese tiempo en el mar.
Y en la cima del mar vivía un pescador con su cardumen, que en los ratos libres dedicaba su tiempo a imaginar la venida de un Mesías, algún profeta, una pareja de mormones o alguien del ministerio de cultura y educación.
Alguna vez recordaba haber visto escrito algo que no entendió por no saber leer, era una imagen que atesoraba con cariño, y se las trataba de transmitir a sus peces por medio de señas todas las tardes, con la esperanza de que ellos le pudieran ayudar a descifrar aquel extraño código que sin entender había memorizado tan nítidamente, nunca encontró respuesta alguna de los peces, que en ese tiempo no tenían ni la inteligencia ni el tiempo para interesarse en otro cosa que no fuese rumiar y engordar”
Esta fábula es difundida por los funcionarios del ministerio de educación para fomentar la lectura y la alimentación con productos del mar.