Se encontraron entre la multitud que caminaba siempre apurada
por la peatonal, nerviosos pero disimulando, se saludaron con un
tibio beso en la mejilla. El aroma de los perfumes se mezcló leve.
Dónde vamos? Preguntó clavando su mirada sobre ella, ésa, que
ella conocía tan bien. Tenían que volver al trabajo,
el tiempo era limitado. Un café? Dijo ella, no quedaba otra, además
cuando se habían comunicado por teléfono, la idea era verse, sólo eso.
De improviso, él la toma del brazo y la arrastra hasta la entrada del edificio
que estaba a sus espaldas. Busca el ascensor, marca el piso 9, y antes de
que se cerrara la puerta del ascensor, entran dos personas.
El suavemente la toma de la cintura y se quedan apoyados en el fondo El
contacto fue decisivo, ella temblando acepta y recibe la ola de
placer que la recorre. Sube infinitamente el ascensor, se desocupa
en el piso 6 , y antes de que se cerraran las puertas, ya se estaban besando
sin control. Se detiene en el piso 9, no habían oficinas, ni gente, sólo
escaleras y silencio. Ahí, contra la pared, ella abraza su cuerpo con las piernas,
él se abre el pantalón, ella trata de sacarse las pantys. Ruido. En otro piso.
Se van a la escalera, a medio vestir, pero sabiendo que no se
podían quedar así. Bajan dos, tres escalones, se miran, dudan, se toman y sobre
la fría escalera consuman su feroz deseo. No hay amor por el otro,
sí hay amor por cada uno, más que suficiente. Además esa amistad se había forjado
de realidad. Se consumó la amistad, el deseo, la libertad de cada uno.
Se arreglaron, bajaron en el ascensor y se tomaron un café juntos.
Los ojos llenos, el cuerpo feliz, la despedida cómplice. Nos hablamos!!
Se dijeron al mismo tiempo, rieron y se marcharon, cada uno a su vida.
Qué mañana!!! Pensó ella. Lindo día!!!! él.
|