Terminal de micro
Iban abrazados, sobre una micro, ella y él, con las manos entrelazadas, sintiendo el calor de sus cuerpos. Se besaron con un movimiento lento. Pasaron por La Alameda, llegando a Estación Central. Se miraron. Te amo, dijo él con voz cansada. Lo sé, respondió ella acurrucándose contra su pecho y mirando hacia afuera la oscuridad de aquella noche. Estaban por llegar a Las Rejas. La micro se desplazaba suavemente por la avenida. Aparte de ellos, había un muchacho con grandes audífonos cabeceando contra un vidrio y una señora con enormes bolsas de supermercado. Me debo bajar, sabes lo que significa eso, preguntó él. Lo sé, respondió ella. La micro se detuvo. Me gusto haberte conocido, pero es lo mejor- dijo él, luego añadió: - y gracias por dejarme soñar contigo, y se bajó, también lo hizo la señora con las bolsas de supermercado. La micro se puso en movimiento. Ella miró por el vidrio al muchacho, pero este caminaba sin mirar atrás. Perdón- dijo ella al asiento ya vacío, y luego a la imagen que se alejaba- también te amo. La micro aumentaba la velocidad. Ella miró su reflejo en el vidrio, las luces afuera pasaban rápido por la oscuridad de la calle. Un brillo le recorrió una mejilla. ¡Perdón!, dijo otra vez para sí misma. ¡Perdón!, pero ya era tarde, solo habían dos pasajeros mas, el muchacho de los audífonos, ella, y un asiento vacío. La lagrima por fin cayó sobre su regazo.
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