Fue imposible resistirse a su encanto, sus formas, sus geometrías; su figura tan llamativa. Una reina.
Atraído por tanta belleza y sin poder evitarlo giró a su alrededor remolinos de pasión hasta que embriagado por el perfume de su piel de durazno, el abejorro, voló a beber el néctar de esos exóticos labios que lo magnetizaban.
Ella cerró sus hojas lobuladas y lo atrapo, en un rápido movimiento, sedienta de nitrógenos.
relato algo comico pero muy bien hecho y mis 5* tambien a el! gfdsa
05-08-2006
me encantó!!, carajoooo, ajajaja... leerte fue como esa pereza que se siente en el calor del verano. Lo impregnaste de dulzura y sensualidad.. un susurro* susurros
31-07-2006
Que magnífica fábula de la vida real de los hombres desarrollada por la naturaleza real. Fantástico!!! Un saludo y***** josef