JORNADA LXXVII

Poco después de haberlas instalado en aquel pequeño lago ,presas de la melancolía ,murieron las dos sirenas .Para mí fue un alivio .Siempre me había multiplicado en su cuidado y ellas siempre se habían mostrado ignorantes de nuestra presencia y nos miraban sin vernos .

Un día apresé la mirada de una de ellas y creí sentir como si me acariciara un pétalo de rosa o que se plantara en mí una incierta esperanza .Cuando tiempo después descubrí esa misma mirada en los ojos de un soldado que recibió la muerte por negarse a aceptar la rendición , comprendí cuan lejos me hallaba de entender a aquellas sirenas y me sentí avergonzado .Mas era tarde para devolverles la libertad y lo que nosotros habíamos iniciado lo consumó la añoranza .


En las situaciones e individuos mas dispares he vuelto a sorprender esa mirada .Creo pues que los ojos son tan veraces como las palabras de las gentes .

Quede constancia de que así fue soñado .