Los grandes tesoros de una vida

Tenía un cuchillo, un arma letal
Era el nombre que esa noche le di al silencio
La cara que le preste a la soledad
Un vampiro lamiendo el escote de la cordura
Mientras respiraba cenizas de un recuerdo
Calentando una mentira entre mis manos
Como única esperanza, una pobre mentira
Me retorcí incomodo, desesperado
Abrazado al vientre de la cama
Convertido en un feto de demencia
Pronto a nacer en el filo del insomnio
Masturbando las comisuras de una sonrisa
Me ahogaba en miedo, un miedo viscoso
El amniótico liquido de la locura
Gritando un sonido sordo, sin ecos
Una gangrena acobardada cobrando fuerzas de a poco
Cenizas
sonrisas
cuchillos
Un rostro, cuatro paredes, un techo mohoso
Una escalera sin pasado, siempre hacia abajo
La sangre convertida en amaneceres
Un sol homicida asomando nuevamente
Los grandes tesoros de una vida.