El agua corre por mi cuerpo bajo las gotas que golpean suavemente mi piel, dejo arrastrar el delicioso jabón que borra las huellas de tu olor. El pelo brillante, suavizado rozando mi espalda hasta la cintura, acariciando como cascada. Termino pronto con esa seducción, el contacto de género esponjoso seca el agua que escurre por la piel y la dejo caer. Una suave crema con sabor a chocolate y café endulza mis rincones, elijo la ropa lo más importante, los encajes, la tira de tela que entra en mi dejando a la vista lo que no se verá en mis jeans, botas, algo suave arriba, los contornos pronunciados. Un maquillaje perfecto, el pelo suelto, húmedo, mis labios nacarados que combinan con los detalles de mi blusa. Mientras lo esparso, paso mi lengua por ellos, probando el aroma femenino, labios endulzados, guardando, aguardando. En mi closet está el frasco dulce, me perfumo y me embriago con su olor tan seductor, fino y sutil.
Con pisadas de fuego, sin apuro, tomo las llaves y salgo al mundo exterior, al cada día, marcando diferencias entre una mujer que se las juega, que vibra y que lleva los años, no encima, sino dentro de si. |