En una fosa espesa,
radica un ser que no se expresa,
mordiscos y siluetas funebres,
aurora del día funesto.
El camino que me encausa,
me maltrata y mi piel desgasta,
arrastrado mis rodillas sangran,
el silencio me cobija en medio de una pausa.
No es mi experiencia corta,
no soy sabio ni abuelo,
mis hojas estan en blanco,
debe ser que sangre se agota.
Cuando el ladrido sale, asusta,
eso lo hago muy bien,
no es que no ladre,
sólo sucede que no me oigo.
Mañana sera el día en que los aullidos me sumerjan,
hoy las luces no esperaran la noche,
el frio no tocará mi vientre,
mis sonidos no serán ladridos,
la boca no habla, no sufre, no llora,
mi espera se alarga,
la lluvia rompe el cielo,
para que en sus aguas me sumerjan,
para ahogarme de noche,
para desangrar mi vientre,
para extinguir la aurora,
porque la espera se alarga,
ese es el consuelo.
He decidido, frágil, llorar.
maldecir al mendigo,
honrrar mi ignorancia,
aun no oigo lo que digo.
En fin, me resuelvo de ojo a ojo,
sintiendo cada hilo de despojo,
hilo de venideras venganzas,
ladrando como perro a la esperanza.
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