Me fui en búsqueda de un poco de paz, quería caminar al final de la noche mas vieja y recibir de su frío la mas adecuada empatia, con mi corazón congelado me senté a esperar, esperé tanto que la luna se percató de mi presencia y descansó de su baile solo para notarme, espere tanto que sentí en tan magna ciudad en ruinas que no volvería a mostrarse el sol, que me vencería el frío y terminaría olvidándome a mi mismo. Deambule como nómada extraviado por años, vague en las estrellas y llore mi suerte agonizante entre sus luces, resignado a ella sin compasión, sin redención para mi atormentada existencia.
Hora tras hora se consumía mi esencia en aquel paraje inhóspito, sin poder encontrar la paz que deseaba tanto, me entregue a la desesperación arrojando al fuego todo lo que cargaba, como un papel se hacia cenizas mi fe y me quedaba pálido, sin expresión, sin sentimientos ya que calienten mi interior, poco a poco fue terminando la noche, ajeno a todo y en mi soledad, rendido me tumbe a morir, no sentía ya frío de tanto que me había congelado las manos, ni dolor alguno por la culpa de mis pasos, los que di en favor de mi egoísmo, tampoco presencia alguna de mi ser consiente sobre mi cuerpo, pues no habita el espíritu donde se tiende la mohína. Así cerré mis ojos y salí de mi cuerpo, así me abandoné…
Sin equilibrio, sin referencia de gravedad, me arrastre, torpes mis movimientos y mis visiones difusas, recuerdo mis oídos tenían un zumbido constante que luego de un momento se convirtió en un ritmo entrecortado y después en una voz que me guió hacia el este, persuadido de aquel interés que me dirigía seguí su voluntad, no se bien cuanto tiempo pasó, ni si había recorrido distancias enormes, pero mientras viajaba la voz se fue haciendo mas clara y cálida, tenía un aire femenino y delicado, hasta sentí compasión en aquella presencia que se encargaba de mi abandono, vi lugares aparecer ante mi en un instante que me serian imposibles de describir, pues no me limitaba la razón, ni me entorpecían los sentidos, sin miedos, ni fobias, sin desconfianza por tan grata bienvenida, inocente me entregue y si, me sentí especial, repentinamente donde pensé estaba completamente solo, un espíritu de la tierra me daba atención y me mostraba algo del cariño negado, algo de verdad y paz, fue suficiente su voz y el saber que me acompañaba para olvidar tanta noche vivida, para dejar atrás el sufrimiento y la culpa que atrajo el fracaso de mi amor en el juego de la vida.
Pero aun había mas que mostrar a este vagabundo de sus miedos, aunque debo admitir que no sentí temor alguno de que viera tan profundo en mi, pues la sensación de ser tan plenamente abrazado me brindaba la confianza de un recién nacido para con su madre, entonces me hablo de amor, de DIOS, de ciclos de creación que apenas concibo y empiezo a comprender, me hablo de TI, con grandiosidad ejemplificada, con calma y con paciencia, me mostró lo vivido, el color de tu amor perfecto de mujer y enseguida acudió a mi el aroma de tus flores, la suavidad de tu piel, el sabor de la sal en tus lagrimas, tu felicidad y tu pena tan humanas, como las mías… tus ojos despiertos de brillo noble me inspiraron a imaginar tu presencia, te vi escogiendo entre fotografías, como si se trataran de recuerdos que conservar o descartar, sin tristeza ya por lo decidido, lanzaste al olvido mis torpezas, mis errores, la tragedia, la apología y el desenlace irreparable, y juntaste mi bondad con el arte que vive en mi, amor, energía azul que será siempre tu amparo, YO, pude sonreír al ver la majestuosidad de lo alcanzado con humildad, con merecida entrega, incondicional simplemente. Pude vernos como niños, compartiendo los juguetes mas queridos, pude vernos como amantes, como ancianos cuidando el uno del otro, parecidas nuestras facciones envejecidas, parecidas a las de ella, mi niña Eva Luna…
Pude ver lo que dejamos sin vivir y sin ser vivido, al final de nuestros pasos opuestos, vi la distancia que creamos con reproches y orgullo demérito. Sin embargo en todo esto que no vi solo, comprendí para mi asombro que el destino se construye con desinterés, con sacrificio, y que se hace frágil con sueños naufragados, de hogares vaciados. Comprendí que había ofrendado mis manos en este viaje a lo neutro, que aquello que me llevo hasta la resignación fue la decisión de ambos, ya escrita en piel escarchada, en tinta y en cenizas, que si mi luz no podría iluminar mas tu camino, es porque no la podías ver, y obtuve paz al librarme de mi egoísmo, desear bien, anhelar tu camino siempre iluminado, sin mas que temer porque para mi aun brillaba, mi luz, mi camino.
Entonces agradecido por la continuidad del destino, por la compañía etérica, y el resguardo de mis antepasados, enfrentado con carácter a la sumatoria de mis actos, toda mi bondad y mi torpeza revelada, me permití volver a mi cuerpo, para abrir mis ojos con gran ímpetu y renovada ansia de vivir, libre, nuevo, equilibrado, propio.
Sale el sol, el nuevo sol en las ruinas de Tiahuanacu, basta un hilo de su radiante luz, para quebrar en mil pedazos el frío que lo ocultaba tras el eterno horizonte, sale el sol y frente a su albor intenso soy yo de nuevo, soy un niño bautizado en tregua, soy un ser de nobleza, y empezaré mi caminar de pasos inocentes, mientras mis sueños construyen nuevos caminos para la nueva vida que ansiosa de sentir crece ya dentro de mi.
Estoy listo
Estoy renovado.
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