He llegado a conocer tu cuerpo, lenta pero seguramente, poco a poco y mis labios furtivos te recorrieron, y probaron la acidez que se escondía entre tus piernas, entre tus dulces muslos, y tus caderas, ahora que he llegado a casa.
Porque eres tú mi hogar, mi madriguera, mi refugio, mi hoguera, donde me ayudas a llegar cada día, mientras con mis manos ansiosas te recorro, y mis dedos buscan una entrada que deje la tela que te resguarda de mí, que ansioso la hago poco a poco jirones sin que te des cuenta, y te toco, y te siento nerviosa pero emocionada como yo.
Y te beso, y te muerdo un poco, te oigo respirar, y estremecerte, y pedirme que entre hasta lo más hondo de tu ser, que me espera, que me requiere y llama con tu aliento, mientras el dolor se aleja, y nuestro sudor se confunde, entre las cobijas que esconden la humedad de nuestros cuerpos.
Ahora me ha tocado despertar, y sigues a mi lado, dándome tu vez primera de amanecer entre mis brazos, tranquila, emocionada, encendida, y volvemos a intentarlo, volvemos a lograrlo, volvemos de nuevo a hacerlo, ese amor que guardas para mí, y yo te vengo dando, mejor que mejor, cuando estoy o no a tu lado y puedo decir franca y verdaderamente que he llegado, a mi hogar, a mi casa, al hogar que tú me significas, porque sé que te amo. |