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Pasaban las horas y aquellos ingenuos jóvenes nunca pensaron en el fin de sus días y menos en casa de uno de sus mejores amigos. La imagen que se habían forjado desde pequeños era la que ahora dominaba las mentes de todos y eso no se podía cambiar por nada, Gabriel era el niño que jamás haría nada malo, el que nunca tocaría a alguien, pero debía salir de su represión corporal y a pesar de que ya se realizaba esto, nadie sabía nada. Sólo Fernanda.

Gabriel en el baño del primer piso se lavaba las manos y la cara después del gran destaje que había logrado, su ira se minimizaba pero su odio seguía en pie, al igual que su ardiente sed de seguir eliminando a sus compañeros. No se había percatado de que en esos momentos Nicole estaba asustada por la presencia de él en el baño, y para no ser vista, no quiso correr las cortinas de la tina. Al apagarse las luces Nicole dio un suspiro y salto fuera de la tina para encontrarse cara a cara con Gabriel y su puñal incrustado en su cabeza, un pequeño empujón y palanca con el pie y el cuerpo de vuelta a la tina. El sonriente maniático cogió la tapa del drenaje y comenzó a ver como se llenaba aquel artefacto de baño blanco. Recordó que si Javiera no hubiese existido, Nicole habría sido la elegida, tomo unas cuantas rasuradoras del botiquín y lanzó el puñal a la taza del baño. Tiró la cadena antes de poner el picaporte a la puerta y cerrarla por fuera.

Javiera bailaba al compás de un nuevo disco que había puesto, un ritmo romántico y algo desordenado para la época, cuando Gabriel le contó en pocas palabras lo que había hecho en el baño. Su novia lo besó y le dijo que era lo mejor que había escuchado, Nicole era de las chicas top de la escuela y su manera de ser era reprochable por la gran parte del establecimiento. Gabriel se encogió de hombros y se sentó un rato a disfrutar del baile exótico que Javiera le daba como recompensa.

Una sombra que pasó corriendo por la sala de estar donde se encontraban interrumpió otro casi evento sexual. El animal que ya habitaba en el psicópata joven pudo identificar rápidamente a la siguiente víctima. Tomás, el deportista. Su agilidad podría ser un problema se dijo a sí mismo Gabriel mientras deducía las posibilidades de un triunfo si su contrincante no poseía un lugar de escondite fijo. Debía ser eliminado ya que su molestoso movimiento después de las muertes ya previstas, éste podría ver a los cuerpos y alarmar a los otros. Pensaba y pensaba, ninguna estrategia lo ayudaba hasta que volvió a pensar en lo que hacían con Javiera. Ahora se necesitaba nuevamente de la ayuda de la morena muchacha de tierna piel y hermosas facciones, sus encantos harían caer al maldito imaginaba al morder sus labios.

Javiera supuso la ubicación de Tomás y comenzó a susurrar su nombre, no había respuesta alguna. Decidió subir las escaleras y prender alguna luz de las múltiples piezas que se hallaban en el segundo piso, preparar algo rápido y seducirlo en alguna pose erótica. Un último intento por saber donde se encontraba el siguiente fichado fue indicarle que a que pieza entrara si quería divertirse. Tomás aún no se dejaba engañar, pero al ver que después de todo necesitaba otro tipo de acción, la siguió sin saber el final que le esperaba. Gabriel silenciosamente subió detrás de él.

Al llegar a la habitación Tomás no vio a nadie y casi por inercia de lo que supuestamente se proponía a hacer se lanzó a la cama, Javiera salió por debajo de ésta y comenzó a contornearse de la misma forma que hace unos ratos. Tomás se colocó en una mejor posición y algo raro pasó por su cabeza. ¿Qué diablos significaba esto si Javiera pololeaba con Gabriel?. Al momento de ver a la puerta, a Tomás le ahogaban los gritos con almohadones de algodón y Gabriel pasaba con furia las rasuradoras por sus brazos y piernas, sacando grandes pedazos de piel viva, la fuerza del atleta provocó una respuesta ante el ataque, Javiera cayó al suelo y Gabriel golpeó su mano en el velador de un costado. La puerta ya no era una salida, sabía que Gabriel la había cerrado con llave y la única forma de salvarse de los salvajes novios era luchando. Empuñó las manos y dio un grito de alarma que sabía nadie respondería. Gabriel sonreía y al igual que su oponente se armó con las manos y enroscó los dedos. No hubo ni si quiera contacto facial y pectoral al momento de los golpes que lanzaban. Un rodillazo a los testículos de Tomás al desnudo fue suficiente como para silenciarlo y hacerlo caer. Javiera pedía una mini venganza al ser lanzada al piso. Gabriel de forma caballera hizo reverencia extendiendo los brazos. Ella tomó el cajón del mueble y golpeó la cabeza del pobre hasta molerla, sus dientes volaron por el cuarto y su cuero cabelludo parecía parte del alfombrado. Brutal e imponente Javiera se secaba el sudor de su frente con el ante brazo izquierdo. Gabriel a sus espaldas apoyado en la puerta aplaudía y asentía con la cabeza. Javiera miró el cuerpo y lo golpeó otra vez para corroborar la muerte.

Francisco, Nicole y Tomás eran los mejores del curso junto a Gabriel, por alguna razón externa a la conciencia de este último quiso que así fuese, la competencia del más fuerte había terminado ya. Pero no eran los únicos invitados. Contando a Fernanda estaban también Sandra, Paolo, Diego, Tiare y Antonio. Los últimos dos eran los que disfrutaban del sótano y del tiempo explícito que se les daba para hacer sus cosas.

Ya eran las 3 de la madrugada cuando Gabriel recién había notado lo lento que pasaba el tiempo y pensó en acelerarlo un poco más. También analizó lo difícil que sería acabar con Antonio y su pareja, ya que estaba dado que debían estar juntos y de alguna manera habría que separarlos para hacer bien el modesto trabajo.

Gabriel caminaba por el gran pasillo que dividía las habitaciones del segundo piso y se detuvo al pasar por la de sus padres, apoyó su oído izquierdo en la puerta para cerciorarse de que todo estaba bajo control. Un pequeño toque de la manilla y una ligera apoyada abrió la puerta que estaba cerrada con aquél mecanismo. Entró silenciosamente y vio las amoratadas caras de sus padres tiradas en el piso, indicándole que habían sufrido algo. Encendió la televisión y se recostó un rato.

Pensaba en cómo haría separar a Antonio de Tiare. Algo lo iluminó dentro de su esquizofrénica mente y se levantó de golpe para bajar al sótano. Otra vez había sido cambiado el disco en el equipo de radio. Música más fuerte era la clave para que los gritos se ahogaran entre las paredes de la casa, la novena de Bethoven invadió los oídos y las demás clases de objetos en la casa. Gabriel se preparaba para lo mejor. Llamó a su novia desquiciada y partieron a la planta baja, el último piso quedaría para después.

Ahora la pareja reía sin cesar, compartían los sentimientos y los bizarros actos en todo su esplendor, bajaron las escaleras corriendo y una mirada fue suficiente para indicarse que estaban preparados. Javiera a Tiare y obviamente Gabriel a Antonio.
Al abrir la puerta que conectaba el primer piso con el sótano, no se oyeron ruidos de movimientos ni de presencia de alguien, Gabriel comenzó a bajar por la escalinata pequeña y logró identificar las armas que buscaba para la siguiente masacre. Taladro a batería y un cable de cobre fino. Se concentró y dejo llevarse por el aire tibio del subsuelo. Imaginaba todo lo sucedido como si estuviese rescatando partes de un caso detectivesco y pudo darse cuenta con fácil agilidad dónde estaba la pareja. Apuntó con el dedo en la oscuridad parcial la ubicación a Javiera, ella tomó el cable y supo qué hacer con él. Gabriel corrió rápido al panel que los ocultaba y con cien por ciento de eficacia atravesó la garganta de Antonio en un cálculo mental inigualable. Tiare sin darse cuenta del ataque salió del pequeño escondite para encontrarse con su atacante, un minuto con doce segundos más tarde caía sin aire y con una gran marca en el cuello, Gabriel la acabó atravesándole la cabeza con su mecánica arma. Ahora sólo quedaban cuatro más y ya eran las cuatro de la madrugada.

Recopilando las muertes hechas, Gabriel apretaba su cabeza con las dos manos y ciego de lo que le producían las imágenes que veía, reventó en un grito que ni Javiera supo el porqué de ello. Él al abrir los ojos no vio a su novia, sino a un enemigo más a quien eliminar en la perturbante noche de su cumpleaños. La noqueó con un martillo colgado en la pared y la abrió sin dudar con el serrucho, extirpó sus vísceras y lloró de felicidad.

Ahora más que nunca Gabriel estaba transformado en un animal que sólo tenía noción e instinto para matar, y no de la mejor forma. Tomó una lima metálica y partió a sus últimos encuentros.

Subió lentamente las escaleras para llegar al primer piso, analizando cada espacio y movimiento, cada sonido y cambio de temperatura, él estaba hecho una máquina asesina que ya no podía ni si quiera pensar, fue en este punto cuando ya no le importaba nada, ni si quiera que supieran de que trataba el juego. Vio pasar una sombra corriendo otra vez cerca del equipo de radio, guardo la información necesaria para determinar que había sido Paolo. La estela de olor que le pertenecía era inconfundible, la adrenalina lo habían hecho reaccionar y la tensión no era su fuerte. Gabriel lo siguió hasta ver que entraba a la cocina, los vidrios lo detendrían. Esperó unos momentos afuera y logró suponer que era momento de entrar, al entrar su arco reflejo asesino logro detener un escobazo en su cabeza, pero no un cuchillo que se incrustaba en su otro brazo. Enterró la lima en el ojo izquierdo de Paolo haciéndolo caer, retiró el cuchillo y lo lanzó, Fernanda sorprendida caía con el mismo cuchillo enterrado en su pecho chillando. Al pequeño asesino ni si quiera le importaban los vidrios que se comenzaban a introducir por sus pies, extirpó rápidamente la lima de Paolo y comenzó a apuñalarlo constantemente mientras la sufrida Fernanda lloraba pidiendo piedad y que no la lastimaran. Sin contarlas específicamente a simple vista se veían como más de treinta heridas que comprendían desde la cintura, pasando por el cuello y la propia cabeza del primer caído. Gabriel giró la cabeza para ver bajo la mesa el cuerpo débil de la joven, sólo atinó a decirle que se callara, ella ni si quiera lo intentó. Un carnicero movimiento tuvo que cumplir la misión. Otra garganta más para la colección se dijo a sí mismo el jugador principal.

El dolor ya no era parte de él, al igual que el control y el pensamiento moral. Faltaban minutos para el gran final del repertorio musical, An Die Freud y el himno a la alegría estaban concluídas, faltaba sólo la Fuga de la Novena.
En su mente retumbaba cada paso, las trompetas, violines, violas y cellos de la obra escuchada eran ahora la compañía final de Gabriel al subir al ático. Los primeros rayos de luz ya comenzaban a salir y aún no terminaba con su trabajo. Dos cuchillos, uno en cada mano debían, sin duda alguna, ser las últimas armas para terminar con otra victoria más aquel horrendo juego nocturno. Grito el nombre de los personajes restantes, Sandra y Diego aparecieron por la puerta del entre techo sudorosos y sonrientes, su atacante les pidió perdón mientras sus hojas filosas metálicas se introducían por el abdomen de las dos víctimas, el juego terminaba con un fuerte dolor de cabeza. Gabriel subía al último piso de la gran casa sabiendo que ahí estaba la salida al mundo real, la única ventana sin barrotes iluminada por el sol matutino. Corrió hacia ella y la atravesó de un salto.

Como muchos le habían dicho, la vida pasó frente a él en una fracción de segundos antes de tocar tierra firme de nuevo y dejar la ficción de la noche. Al golpear el suelo su cara se desfiguró completamente y sus entrañas se reventaron generándole una hemorragia interna.

Al mismo tiempo en que chocaba contra el suelo, de un salto Gabriel despertaba una mañana especial, mamá le gritaba desde abajo que era hora de desayunar antes de partir a la escuela, miró el calendario a su lado colgado en la puerta del ropero e identificó el número. Era su cumpleaños.

Texto agregado el 29-06-2006, y leído por 146 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-07-2006 Es una narración excelente como siempre/ aunque esta vez su protagonista fue mucho mas lejos de lo que me imaginaba, su maldad y demencia lo habían corrompido hasta llevarlo a la locura total, al igual que a su polola Javiera/ y ese final fue muy acertado/te felicito es excelente***** clear_su
 
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