Todavía no conozco a ningún chileno que no le gusten las *Humitas con Tomate. Más que por sabor a choclo, creo que es por el sabor a chilenidad. Ese ritual que envuelve la fabricación de las humitas, las ha vuelto una tradición familiar. Recuerdo ir de la mano de mi abuela materna a la feria a comprar los *choclos, las cebollas, los tomates, cilantro y el ají rojo para el pebre. Una vez en la casa, no poníamos abajo del parrón y empezábamos a pelar la montonera de choclos. Lo que nunca me gusto fue sacarle los pelos al choclo, se me pegaban en los dedos, guacatela! Pero lo que me distraía por largos ratos era cuando aparecía ese gusanito que no se como llega a vivir al choclo, era una cuncuna torpe que apenas se movía, de colores café, verde y amarillo y tenía muchas patitas. Mientras la abuela elegía cuidadosamente las hojas para envolver la mazamorra yo jugaba con el gusanito. Había un moledor para el choclo de esos antiguos, eeeeeemmmmm talvez era moderno en esa época, éste molinillo era de fiero y tenía una manivela con mango de madera que al darla vueltas iba moliendo su contenido, me encantaba darle vueltas y sentir ese olorcito a albahaca y pimentón.
Una vez, ya crecidita, una amiga me invitó a conocer su familia al campo, Los Andes. La casa quedaba arriba de un cerro, como la de Heidi, del pueblo una hora un vehículo subiendo los cerros. Había una micro vieja y destartalada que pasaba solo dos veces al día, una en la mañana y una al atardecer. La pareja de abuelos había tendido once hijos y se juntaron tres generaciones, más menos treinta y cinco personas, mataron un cordero y la mamá de mi amiga nos mando al pueblo a buscar choclos para las humitas. Nosotras, nos creíamos capaces de hacerlas, así que nos ofrecimos para preparar entre las dos las Humas para toda la familia. Creo ha sido la peor idea de mi vida, preparar humitas para treinta y cinco personas. Jamás había pelado tanto choclo, lo peor fue picar docenas de cebollas. Como sabíamos el significado de picar tanta cebolla (no solo ese olor fuerte, sino esa picazón insoportable en los ojos que hace llorar), nos sorteamos al *cachipún quién lo hacía, nunca he sido buena para el cachipún. Pelé y pelé cebollas y lloré y lloré con ellas. Debo reconocer, que tuvimos ayuda de la mamá de mi amiga para la sazón, las cocinamos a leña, que nosotras mismas habíamos recolectado temprano antes de ir al pueblo, en una olla de esas grandes, fondo creo que se llaman. Mientras se cocinaban, el papá de mi amiga, un señor de cómo setenta años, nos alentaba con su guitarra. En una mesa larga, bajo otro parrón, nos felicitaron por nuestra hazaña. Estuve todo el día con olor a cebollas en las manos.
El verano pasado visitó ni país Sair, mi amiga colombiana que tanto quiero. Me comentó que en su recorrido por mi tierra, cuando andaba por allá por Temuco, compró una humita en la calle a una señora que las traía calientitas en un canasto de mimbre. Se arrugó entera para decirme que cuestiones más malas nunca había probado, que una vez, en su paso por Ecuador había probado algo parecido, una mazamorra de choclo pero que le agregaban otras cosas como queso, aceitunas y no se que más y que esas si le habían gustado. Quiero mucho a Sair, pero no le iba a aguantar que viniera de tan lejos a criticar mis humitas. Que se cree!!! Me sentí como si alguien entrara a mi casa y criticara mis muebles. Le dije.- seguramente te faltó comerlas con tomate, ese es el secreto.- No! Me dijo.- eran malas, malas, ni un tomate ni nada les cambiaría lo insípidas. Lamentablemente me lo dijo antes de volverse a Colombia. No me dio oportunidad de demostrarle lo contrarío. Pero en su próxima visita ya tengo panorama para ella. Humitas con tomate y bajo un parrón.
*Humitas = Comida criolla hecha con granos de maíz (choclo) molidos.
*Choclo = Maíz
*Cachipún = Juego infantíl que se desarrolla haciendo símbolos con las manos.
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