Cae una especie de garúa y rocío, es extraño verlo desde abajo, se ve el reflejo de los colores de su pálido y frío rostro mezclados con un destello cristalino casi irónico.
Se enfría la espalda, trata de cubrirse, mas las mangas descubren sus manos endurecidas que se esconden respetuosas al congelamiento, pero orgullosas, tal vez algo altaneras.
“En ángulo de 90º”, piensa sentado, tronco recto y piernas extendidas…”bah, qué mierda”. Quieto ahí sin nadie que salude y tantos que miran por sobre el hombro y exigen, y retan, y miran nuevamente… para no hacer nada… no interesa… cada uno está en su mundo.
En esas instancias es difícil hallar un sentido a algo… algo como la vida; sin ser cuático y mirando de frente: apesta; no vale, “para qué”, en este caso, ”si se nace y en unos cuantos años más se muere, si se tiene y en un tiempo más te aburres, te olvidas o lo pierdes.
A veces no se entiende el ¿para qué? existe todo lo que conoces… ¿para qué?
El frío lo saca, como otras veces, de sus cavilaciones, “el cemento me está adormeciendo las piernas… pero no volveré a mi casa”.
Y pocos piensan que, tal vez, la vida tenga un significado complicado que al terminarla conoceremos, que por ahora no hay sentido, pero hay que vivirla, y, ¡qué bah!, no queda otra que aguantar las pellejerías.
Del orgullo pasó a mantenerse en su situación con fastidio, pensando en cuándo lo comenzarían a extrañar, “¿les habrá importado?”, o tal vez, la pregunta más adecuada sería “¿habrán entendido cómo me siento?” ”¿cómo reaccionaron?”…”da lo mismo… si pienso tanto en ese lugar de nada me sirve haberme ido”. Algo extraño estaba dentro de él, una mezcla de cosas, una mierda en pocas palabras, y es la misma mierda que lo llena de deseos de una muerte, de su muerte, que difiere del, también obtenido deseo de dejar de existir.
“Mañana hay prueba de historia, eso me define el promedio… tengo tres materias con rojo… tengo que estudiar.
La cama era mejor que dormir en la calle, un poco más blanda y más pequeña que la suya, sí… la casa de sus abuelos es un buen refugio, nadie va al segundo piso y hay teléfono…mmmm… mi vieja va a llamar…”