Volvió a morir una vida de efímeras secuencias, atravesando la resurrección dentro del calvario. A vivir llevando el peso de su cruz perpendicular e inmóvil ante los fieles; a quitarse una a una las espinas de su fétida corona. Retrocedió en tiempo y espacio sobre la propia sangre derramada; siendo Dios en cada instante de su fe; arrodillado ante el dolor que se incrustaba de lamentos; libre nuevamente; inmaculado; predicador; hijo; cuna; sal; espíritu. Para sumirse en el espectro de otras vidas que se concretan dentro y fuera de este mundo...