“Tengo miedo de perseguirte y descubrir que no puedo hacer nada con lo que encontré.”
(Un amor de Camila)


Los restos del devenir se mutaban en un silencio que rozaba la desesperación. Las voces no se han ido todavía, pero se escuchan muy lejos (y eso realmente me preocupa). ¿Estaré creciendo, muriendo, o ambas cosas a la vez? Espero tan poco de mí, que ni siquiera tengo el valor de expresarte en palabras suaves lo que mi pecho anhela tu presencia.
Brillan las estrellas, el otoño deja huellas amarillas por doquier y tu sonrisa se escurre en el aire. Deja que la insustancial plática llena de temores troque en cardenales violetas diseminando por todo el crepúsculo los lamentos de un enfermo marinero de la vida.
Déjame abrazarte mientras la lluvia arrecia con ansias de aniquilar la podredumbre que aniquila la sangre embebida de gritos. ¡Oh! ¡Qué dulce es percibir como las gotas nos higienizan de la pestilencia obstructora! Toma mi mano y besa mis labios con la pasión que conozco en vos, pero a la que todavía temes. Vibra y déjate llevar por los parajes de sensaciones y libertades nunca antes vividas. Está noche será la nuestra.

No habrá mas velas que las estrellas
sonido que el latir de nuestros pechos
fogata que el amor liberado
la tierra procurará silencio y te amaré.
Me amarás y acariciaras con tus dedos mis heridas
asi, una a una, irás cicatrizando un pardo abismo.
Tus pavores serán el alimento de los ensueños.
Dionisio no unirá nuestras almas
Y será Afrodita la escanciadora de nuestras pasiones.

Casi mujer, casi niña, siento tu cuerpo buscando mi aprobación
juegas a conocer el nocturno universo,
aquel que los libros te llenaron de demonios y pecados,
sorbos de realidad agitan las garras del misterio
y las perlas ya son casi todas mias
ya son todas tuyas.