Descripión del mundo que cree para mi Infinito.
I.- LAS COLINAS DE ÍMACO
Las colinas de Ímaco son como tazones boca abajo formadas por acumulaciones variadas de “amarilla-fértil-tierra”, crecen allí plantas que dan flores en forma de sonrisas, árboles lluviosos que dan manzanas de colores y dientes de león que al bambolearse con el viento liberan polvo chispeante o burbujas si están resfriados. En estas colinas nómades es fácil ver unos pequeños seres morenos muy risueños y torpes, corriendo graciosamente, tropezando con todo o jugando a las escondidas con tigres transparentes. Estos seres morenitos son muy comunes en todo el planeta Ímaco (sería más adecuado llamarlo mundo), se les encuentra en los polos selváticos donde una llovizna que no moja ni empolva (son como bolitas de luz corpuscular) cae varias veces azarosamente en el día; muchas veces suele coincidir con el aburrimiento o tristeza en el ánimo de los habitantes de Ímaco de ahí que es llamada habitualmente “estelar-feliz-caricia”. También se les halla en los climas rojizos y misteriosos del cinturón volcánico que rodea con una anchura de ciento catorce kilómetros al planeta por la mitad (como el Ecuador terrestre).
La fauna del mundo Ímaco es muy mixta, hay corceles pelucones de cascos musicales, muy bellos y dóciles; los pájaros tienen alas pequeñas y los ojos achinados por los lentes de poto de botella que usan por ser muy cegatones, son regordetes y de patas muy delgadas, su canto en invierno parece decir en una tonadita muy simpática: frío, frío, frío, frío, y en verano, con una tonadita que invita más a brincar: ríe, ríe, ríe, ríe. Las mariposas en contraste de las aves tienen las alas muy exageradas, el cuerpo breve y los ojos grandes y brillantes. Hay unos seres cuyo nombre traducido al castellano sería: baile-figuras-poesía, pero que excepcionalmente se le llama en el idioma de ese mundo: Xintus, esta criatura de carácter prolífico, contagioso y de aura dulce; tiene como característica principal su polimorfismo, a veces se parece a las palomas andinas y otras a una pantera negra de ojos impresionantes; aunque la mayoría de veces opta unas formas exóticas indefinibles en oportunidades también se vuelve una hermosa mujer para jugar en los sueños de los escasos hombres que tienen el privilegio de compartir un espacio de Ímaco.
II.- LOS HOMBRES EN ÍMACO
En ciertas tardes cuando la vida en las colinas empieza a sosegarse y la luz rojiza y difuminada otorga su tibieza adormecedora, aparece un ser espectral de sombras y suspicacias, cual animal salvaje recién llegado a un zoológico, husmeando temeroso y muy prevenido a lo que juzguen sus sentidos. Todo lleno de dudas y límites, así, aparece el hombre en Ímaco, repitiendo un ritual empírico aprendido por instinto desde su primera aparición. Empieza a vivir cuando los tres soles caen por el horizonte cuyos ocasos todas las tardes liberan un efecto soporífero en los habitantes naturales de este mundo.
El hombre aquí no es un conquistador, aquí el hombre forma parte de la fauna noctámbula y poco conocida. Son escasas las ánimas humanas que vagan por Ímaco, estas son privilegiadas, pero el hombre tiene la extraña costumbre de nunca reconocer un privilegio y tras su marcha nocturna deja los viles rastros del abuso. En las mañanas cuando la vida maravillosa vuelve a existir, cuando los tres juveniles soles se alzan vigorosos y festivos; el hombre, otra vez cual sombra, desaparece. La alegría y la lluvia de luz corpuscular cauterizan las llagas de la ignominia y otra vez por diez horas Ímaco es el mundo que solía ser a los inicios del tiempo cuando el concepto dicotómico de un día (claridad-oscuridad) no existía en los registros de cuestiones conocidas, el universo era tan reciente en ese entonces que muchas cosas carecían de nombre; aunque en Ímaco, como en otros mundos (hasta en el nuestro parcamente) siempre hay nuevas cosas que nombrar (nuevos seres, nuevos utensilios, nuevos intervalos de tiempo, nuevos fenómenos, nuevas canciones, etc.). En Ímaco pasa muy seguido que aparezca algo novedoso y sin nombre, pero no tarda mucho en ser bautizado por sus características resaltantes. No hace muchos lustros que en Ímaco se presentó por vez primera un terremoto al cual llamaron con divertido asombro “danza-risa-suelo”. Parece ser que los fenómenos cargaran consigo un aura de alegría en este mundo no como de donde vienen los hombres que se teme pavorosamente a los ciclos de la naturaleza.
...///continuara.
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