Añoraba esos días en que una elipsis de felicidad nos envolvía; reviviendo el artilugio de tu piel en mis entrañas bajo esa mirada detenida con la ausencia. Quisiera tenerte otra vez implorándome perdón, como una dulce cadencia de los labios perdida entre mi cuello... Pero sólo hallo el frío de la hierba tendida ante mis pasos, junto al rocío de tu llanto esparcido en las cenizas. Desde que te redimí en esa cremación siento que estas en todas partes contemplando la distancia; pendiente de mi ser que nada esboza; furioso; escondido; a la espera de venganza. No desesperes amor, sólo el inexorable tiempo te hará comprender que no pude soslayar mi opción...