“…Hélène tigre que fuera gato que fuera ovillo de lana…”
Julio Cortazar
62 modelo para armar
Soy como Hélène culpable de la muerte, lloro de cara a la ventana sin odio por resbalarme silenciosamente, no digo malas palabras ya pero no significa que no sea una asesina en la caída de la noche.
Un largo trago de vino y el corazón se quiebra a las 3 : 00 am como la copa que acaba de caer, también te habrá ocurrido tener apoyada la mejilla en la palma de la mano y que llegara el aroma de la silla desocupada del frente recostada en la pared blanca.
“Hélène se tomó del marco de la puerta, creyó que también iba a gritar; pero no, quedaría para la vuelta junto con las sábanas sucias y el desorden y el cuarto de baño salpicado”, y la ropa y el tango quedaron tirados en el piso merodeando la oscura soledad.
“Territorio”. Un tinto por favor. Sí, malbec. Violeta. Regresa la copa y la muñeca rota.
Abandonás cada paso porque no podes quedarte estático mirando el cielo de San Telmo o en una esquina de Corrientes. Subís al subte y me ves alejarme y la ciudad te ve dejarla y la Avenida Colon con Independencia se queda sin vos, sin todo lo que sos y Arenales ve mis lágrimas acurrucadas en el balcón peleando un espacio contra la lluvia.
Los zapatos se hunden en el cemento húmedo y me despido del amor, me quedo como dormida y aturdida en las palabras, vulnerada sin reflexiones, con eso que me condena y me transparenta, con el miedo que queda liado en mi cabello apoyando mi muerte al lado de la cama, con ese sabor agrio de la despedida.
Déjame sed, no, levantate, huele a pera, dejá ese regalo que rompiste al quedarte con los ojos abiertos, asesinándome y mirándome a los ojos para recordarme que estaba muerta.
«Hélène marieé mise á nu par ses célibataires même. »
|