Pongo mi mente totalmente en blanco, dejo de pensar.
Y sólo veo un mono, un alacrán, un caimán.
Trato de estudiar zoología, y de rescatar la antigua astrología.
Termino leyendo mi zodíaco, comiendo un plato de cereal.
Ser especial y único, ¡exitoso!
es una puta ilusión y una deliciosa mentira.
Definitivamente, añoro la maestría del mendigo o del loco.
Seres que han dominado enteramente la sociedad,
iconos de sus esquinas,
famosos y admirables,
como un cadáver inesperado, en un día agitado,
o una odiosa estrella del espectáculo.
Nadie puede evitar mirarlos, a cada momento,
pero todos quieren disimular las risas,
los oídos dedicados, la atención prestada.
Vagando por las calles, boca seca,
estómago vacío, con un público desconcertado,
me invaden estos pensamientos. |