Cuanta bilis y cuanto resquemor,
y veneno se hubieran ahorrado!.
Si supiera que la suerte,
esta tirada; la moneda alzada al vuelo,
caen en ventura, en azahares y no en azar,
rasante en anatema.
Los abyectos juegan su juicio;
se magullan en tropezones.
Más el diligente escribano,
anota la caída vertical,
y ve complaciente sus dos caras.
Y dice iracundo a los cuatro vientos:
No manchen el fanum sagrado,
con los calzados con barro,
donde es el aposento de las letras.
No importa en que verde selva hayan andado.
o en que camino árido y pedregoso.
aquí es para encontrar reposo,
o embriagarse con el elixir de las letras.
Cada uno aferrado a sus dioses,
exorcicen sus propios fantasmas.
(Prosiguió después de una leve pausa,
y miró lo alto).
Un campesino siembra sus letras,
en un campo de manantial florido,
en lo alto de los montes el haiku,
mirando los atardeceres.
Los relatos, las reflexiones y cuentos
en los llanos siembra,
Como trigo dorado
Saca el pan de los días.
En los huertos floridos,
los poemas…
Como ramilletes de flores,
son mis ofrendas bien amadas,
para escritores y poetas.
A los detractores y saca estrellas
les queda un campo extenso
donde cosechar su maleza.
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