Aunque pretenda vivir artísticamente, siendo un poeta, escribiendo en lugar de dormir o que mi mente me empuje a dibujar todos los movimientos y formas con integrales y poliedros, en el fondo de mi alma, sé que soy sólo un ser espiritual. Alguien que lucha por avanzar en esa escalera empinada y caracol de la evolución de la conciencia. Alguien que quiere derramarse para siempre en la luz eterna de la ayuda personal y el crecimiento eterno. Quiero llegar al cielo, al Nirvana, reencarnar con una sonrisa en la cara y en el alma, y en lo que tenga para aquél momento, que será mucho más que la desnudez que apenas tengo ahora.
Quiero tener una gran barba, usar sandalias que jamás se desgasten, vestiduras de una sola pieza y que no respondan sino apenas a una necesidad funcional, quiero no comer, no dormir, apenas pensar, brincar y disfrutar. Tengo esta visión romántica de la vida, que me hace soñar con Buda, con saber las cosas secretas y pequeñísimas del mundo. Y por eso imaginé al Universo como un milagro, más que como una explicación.
Todo en sí tiene una explicación, el origen del Universo y su mentada infinitud, que me relataron diciéndome que todo lo que conocemos está contenido en un cuerpo humano, gigantesco y semejante al nuestro y que nosotros mismos poseemos en nuestro interior, al mismo tiempo, millones de personas, varias humanidades, y así sucesivamente hacía arriba y hacía abajo, convirtiéndonos en su Universo. Esto hace al cosmos demasiado grande para la visión e investigación humanas, como una bacteria observando nuestro cuerpo; y eterno, en todo su conjunto. Jamás entenderemos esto, en lo puramente científico, por eso tenemos la fe, el arte y la imaginación.
Yo quiero ser un humanote. Y tener un sol negro y una luna amarillita y pequeña.
Antes fui una flor y luego fui un gato. Fui Mahoma, Jesucristo y Siddharta, fue negro, pequeño e importante, fui chino, asesinado y femenino. Fui Jeanfreddy y lo dejé de ser. Soy Madonna, soy loco, soy mexicano, soy y no soy. Soy un santo, soy un oso, soy una hoja de otoño, soy un alcalde canadiense. Todo está dentro de mí y yo estoy dentro de algo que me sobrepasa. Dentro de alguien, perdón.
Pero definitivamente, no soy Dios, soy sólo un Universo.
Por eso sigo soñando con estudiar, con aprender, con ofender, con transgredir. Puedo gritar, chillar, soñar, eructar. No soy un general, no soy un zapatero, pero mejor que todo, no soy Dios, sólo soy Universo, Cosmos, eterno e infinito. Qué alivio! No soy gran cosa ... o sí lo soy ... no me importa, y es que ese es mi punto, soy tan sabio que ya nada me importa, ya no lucho, todo lo logré, pero a pesar de eso, no me voy a dormir, sino me inscribo en un postgrado, hago un curso avanzado, me compro un teatro, visito un museo, me vomito, me cago, me acuesto con mil putas, me envuelvo en delicioso barro y salgo transformado en horrorosa mariposa decadente y encantadora. Soy gótico y la maldad y lo feo y lo despreciable me hace deseable. Soy un fósil muy fashion.
Sin embargo, y muy a pesar de tantas razones, que prefiero olvidar porque me aburre contarlas. Quiero huir, desaparecer, como si pudiese. Siempre estaré en el mismo universo, con las mismas personas, bajo las mismas reglas y así apenas si afectaré a lo que me rodea y lo que poseo en mi interior, mi humanidad, mis arterias, mi espíritu. Si alguien me viese con un microscopio, apenas si me movería, pero si jodo mucho, tal vez haga algún cambio, al menos en esta célulita donde vivo yo, puede que ahora vea mi vida como algo tan pequeño que no debería preocuparme por mis problemas, pero soy tan grande en comparación con las personas que mirando hacía arriba, ven un cometa, una luna o un sol que resultan ser célula de mi cuerpo que incluso cada cosa que pueda hacer o pensar es una inmensa responsabilidad.
Entiendo, alguien se disfrazó de científico y dijo que todo era relativo, el tiempo y el espacio, pero quien dijo esto realmente era un místico.
Cuento estrellas y me escondo en el mediodía de una playa, escondidísimo, oscuro, sin que nadie me pueda ver, con una bomba islámica debajo de mi piel, sin que nadie pueda sospechar de mí. Con la poesía abandonada en la sangre, con las ganas explotando en mis poros, con mis ojos deseando viajar, volar, conocer, ojos que caminan, almas que observan, yo descansado de no estar cansado, humillado por la vida que no llevo, círculo maldito que me regresa a lo más inevitable de mi ser.
La forma en que creo que todo se desarrolla y es ...
Mi Cosmología |